En forma sorpresiva, como una tempestad en el ardor del verano, el señor Cirilo Torres Pinchi abandonó la fuga perpetua, la huida eterna, la clandestinidad de siempre, y se presentó ante la justicia. Entre sus nerviosas manos cargaba un maletín de cuero donde estaban los documentos oficiales con que iba a demostrar su inocencia. Ante la prensa internacional, porque se presentó ante el Tribunal de la Haya y no en otra parte sospechosa, dijo que era una mansa paloma de la paz, un perseguido político, un paria que sus enemigos querían enchironar. No requería de ningún abogado defensor, porque él se bastada para definir para siempre su situación legal.
El señor Cirilo Torres fue condenado a muchos años de prisión por el serio y enrevesado tribunal europeo. Lamentablemente dicho prófugo se confundió y en vez de mostrar pruebas de su inocencia como decía presentó los documentos que se habían perdido de algún lugar de la Dirección Regional de Educación. Allí estaban las cifras, los números, y los jueces hayistas tuvieron que ponerse a redactar el informe final en arameo antiguo, lengua que nadie habla en el presente. La situación de dicho ciudadano se ha complicado pues tiene un nuevo juicio en su contra.
Sucedió que un moderno padre de familia le acusó de haber pervertido la educación local al poner un monumento al señor Orlando Casanova con el cuentazo de que era el inventor de la literatura infantil amazónica. El juicio será sumario y el señor Cirilo Torres tampoco necesita de un abogado, ni de oficio o de beneficio, y dice que en su momento presentará las pruebas contundentes de que el profesor Casanova nunca mandaba escribir sus cuentos a otros. El señor Cirilo Torres sostiene que tiene videos a colores donde se observa a su paisano escribiendo varias obras a la vez.