LA COMIDA MEDICINAL
En los anales de la soberbia gastronomía, de esa envidiable ocupación de algunos seres que comen bien y bastante, de antemano es imposible que algunas personas devoren, a dos mandíbulas, con verdadero apetito y con la salsa respectiva, una casa entera. Desde el techo hasta la sala con todos los muebles y la misma cocina. Pero hace un siglo eso escribió un visitante a la ciudad de Iquitos. La vivienda del supuesto banquete colectivo estaba ubicada en el barrio de Belén, era de barro y un buen día desapareció en el estómago de varias personas. Eso fue lo que le dijeron al forastero en son de broma los moradores de ese tiempo y el aludido, que era médico de profesión, no vaciló en consignar en su informe sobre la salud en la ardorosa urbe que los chunchos almorzaron ese hogar.
La casa almorzada por hambrientos y viciosos comensales parece sacada de un manual de excesos y desbordes que le debe la novela a esta urbe. Lo curioso del caso es que la gastronomía terrestre era fama desde los días de las visitas de Antonio Raimondi. El sabio milanés detectó entonces que algunos niños comían tierra y pensó que todo el mundo hacia lo mismo y nombró como vulgares geófagos a los pobres iquitenses. Peores cosas opinaron otros sobre nuestras costumbres culinarias. El más enconado fue un cura que hizo un nefasto listado de tantas cochinadas que supuestamente pasaban por las mandíbulas de nuestros antepasados. Pero no era para tanto. Y la comida amazónica tiene su encanto.
La casa devorada por un colectivo de desquiciados glotones nada tiene que ver con la auténtica cocinería selvática. En el presente, esa gastronomía como que hace su aparición en el escenario nacional. Tímida, un tanto esquiva, acaso temblorosa, esa riqueza tiene mucho que aportar al mundo del mañana. La comida medicinal, por ejemplo. Rubro todavía desconocido, la misma implica comer para prevenir alguna enfermedad y también para curar algunos males. Y esa comida está, secreta y agradable, en esas aldeas que conforman las parcelas oriundas. Por el momento, solo les podemos decir que esa culinaria ancestral comienza con la higiene de los dientes donde es fundamental el uso del cogollo de guayaba.