ESCRIBE: Héctor Tintaya Feria

Es indudable para todos que Pedro Castillo Terrones es un personaje muy frágil. Por más que esté detrás la agrupación Perú Libre de Vladimir Cerrón y que incluso haya bases importantes del magisterio en cada una de las regiones que pueden sostener y embestir la contracampaña, el candidato en sí, es muy débil y por ahí justamente serán los propósitos de la derecha y centro para poder capturarlo.

En nuestro país, y en general en este nuevo orden mundial, capturar a los líderes que se salen del molde está muy de moda y ya se ha vuelto hasta una política en sí misma. El último ejemplo en el país es Ollanta Humala que de ser considerado – nada menos – un militar nacionalista radical y apoyado por un sector de la izquierda para llegar al poder, al inicio del mismo fue capturado en (Conga) Cajamarca, justamente en la región donde sucedió lo mismo con Atahualpa y de donde procede el maestro candidato.

Es evidente también que esa lección de deslealtad para la izquierda está aprendida, sin embargo, la costumbre de capturar las posibles amenazas a un modelo sigue en pie firme. Desde que pasó a la segunda vuelta Castillo Terrones ha estado presionado para dejar Perú Libre y su modelo económico porque algunos reconocían que había dado señales que el centro y la derecha llama “moderación”.

Los analistas en coro sugieren y le ordenan muchas veces que debe colocarse en ese sector pues son los indecisos los que decidirán el 6 de junio.
Los medios limeños han hecho también su trabajo y para arrearlo al corral de “las buenas maneras” y le exigen que debata, 2, 4, 6 veces porque “la población lo requiere” ya que han identificado que el eventual desorden oral que tiene en plazas, podría magnificarse en debate contra una cuajada, muy entrenada y obediente opositora. En el fondo no es otra cosa que, cómo sea, capturar al “profe”.

Talvez que todas estas recetas en un sentido popular no tengan importancia ni sean decisivas. El electorado aprendió e identificó a golpes de pobreza que un candidato, sea cual fuere su postura, no debe traicionar su ideología ni sus promesas. La credibilidad es un valor venido a menos, pero vital en la lectura social, pues implica la cercanía y el contacto genuino con el pueblo, algo que en campaña ha sido crucial para Castillo Terrones.

El termino desaprender para volver a aprender es un principio que los maestros internalizan para cambiar de conducta cuando se quiere un nuevo aprendizaje. En términos sindicales se puede traducir en el: ¡“maestro en tu libro de lucha he aprendido que no traicionar, es un mandamiento”! Seguramente el magisterio confía, así la campaña por la captura siga en pie, que el profesor Castillo no defraude la consigna.

hectortintayaferia@gmail.com