La sonora banda y música del gobierno regional de Loreto, de pronto, dejó de lado su servicio oficial y sus canciones patrióticas en cada ceremonia convenida y pasó a convertirse en una orquesta alquilada. Todo ello ocurrió desde la desvariante noche en que dicha banda tocó a rabiar en el mitin de don Pedro Pablo Kuczynski. Luego de que se apagaron los sones y los arpegios, los miembros de la banda sonora no quisieron volver a lo de antes y se desbandaron en una impresionante participación en la campaña política. Los músicos, con sus instrumentos respectivos, sus impulsos canoros y sus ritmos corporales, se alquilaban sin rubores para seguir el itinerario del candidato de la doble nacionalidad. En los mítines realizados en varias partes del Perú, ellos daban rienda suelta a sus desatadas inspiraciones y acababan chupando hasta las últimas consecuencias.
El extraño hecho de que los músicos de una entidad oficial estuvieran participando en campaña, detrás de un candidato, fue motivo de protesta de un sector de la ciudadanía. Era inconcebible que esos músicos que tenían un sueldo seguro tocaran sus instrumentos para un extraño. Se imponía un cambio en ese desperdicio del talento musical de los habituales trabajadores del Gorel. ¿Quién les había autorizado para dejar las instalaciones oficiales para meterse de melódicos de un candidato? ¿Quién les pagaba por los servicios prestados? ¿El hermano candidato del señor Meléndez? Los músicos jaraneros fueron obligados a destetarse de PPK y volvieron a Iquitos. Pero no pudieron estar tranquilos ni un segundo y aparecieron tocando sus canciones para el mejor postor. Es decir, para el candidato que les contrataba.
La ciudadanía intervino otra vez y la sonora banda y música del Gorel tuvo que ser desarticulada. Los instrumentos fueron vendidos en subasta, los músicos tuvieron que ser reasignados a otros lugares de trabajo. De esa manera ningún candidato se benefició con aquella banda de música.