Los sonoros bailadores desde el jueves hasta el domingo, los ruidosos movedores del esqueleto de domingo hacia el jueves, los bulliciosos cumbiamberos o salseros o valseros o huyaneros o reaggetoneros,  o simplemente toneros,  deberían ponerse el crespón de duelo durante una temporada. O bailar cada largo fin de semana una lenta, sufrida y llorosa marcha fúnebre. Porque una agraciada muchacha, una joven en el esplendor de su vida, una criatura del Señor,  agoniza víctima de un mal incurable. Ella responde al nombre de Paola Llerena Vásquez y tuvo la profesión de bailarina.  O mejor, el cachuelo, el recurseo, el subempleo con subsalario  de bailarina.

En su lecho de agonía no están ya los acordes musicales, los brindis bohemios, las miradas encandiladas de los espectadores. Esta la muerte, simplemente. En la frontera de su fin,  ella soporta ahora las injurias sociales de la explotación de los empresarios  del bailongo, los tiburones de la diversión sonora. La fiesta  ha terminado para ella de mala manera.  Porque en todos los años que bailó para tantas respetables orquestas de acá y de allá, en tanto tiempo que animó ruidosas y concurridas jaranas, fue tratada como una disminuida obrera de la diversión ajena. Nunca tuvo seguro social, pago de horas extras, aguinaldos o recompensas monetarias por su trabajo. No pudo, por lo mismo, acumular nada para el tiempo de las vacas flacas. Y se muere,  clamando ayuda a los amigos, los conocidos.

En los tremendales ruidosos  de los bailes sin término Paola Llerena Vasquez no estará más con su agraciada figura, su indumentaria infartante y sus ganas de vivir el momento de la farándula bailable.  Nadie ya  soñará con ella. Nadie le pagará la deuda pendiente. Jamás. La  fiesta acabó  para ella. Pero animando otros bailódromos estarán otras muchachas agraciadas y contorneantes, otras bellas, movientes y soñantes bailarinas mal pagadas, explotadas. ¿De esa manera, con maltratos a las bailarinas que quedan sin Paola, que son seres humanos antes que otra cosa,  deberá seguir la fiesta?

4 COMENTARIOS

  1. siento mucha pena de la ex bailarina y mas pena por que dejo una niña de 8 meses cualquier apoyo me ire a casa de paola

  2. Esto deja algo bien claro ,es cierto q cuando uno goza de belleza y salud todo el mundo esta tras tuyo , pero q paso con toda la gente q rodeaba a Paola ,ahora cuando mas ella necesitaba de sus disq amistades no habian ,ahora q ella partio ,ya no desea nada mas ,solo creo q una cosa no la hizo muy feliz en su lecho de muerte q fue dejar al fruto de su amor q es su hijo(a)….rogaremos xq Dios siga dando fuerza a su señor padre q velo hasta los ultimos momentos en su lecho de muerte a paola ,Q.E.P.D y D.D.G

  3. yo no se sabe hasta cuando el ministerio de trabajo parara las explotaciones en diversas empresas, paolita se esta yendo. pero la conciencia de los empresarios los carcomera para siempre, que le cuesta al señor raul flores ayudar a una de su trabajadora o ex trabajadora como lo quiera llamar, para el no es nada gastar en sus ultimas horas de vida de paola, si en cada fiesta se lleva maleta llena de ganacia, lo k pasa es que no tiene sentimiento. solo lo digo al señor raul flores o a todos los empresarios que trabajaron con paolita que el mundo es prestado, solo pertnece al todo poderoso que esta en el cielo. acuerdanse de ella. gracias

  4. Es lamentable evidenciar cuan grande es la situación de explotación laboral, la falta de oportunidades y el poco acceso a los servicios sociales básicos, a los que son victimas muchas y muchos de nuestros adolescentes, porque de seguro Paola fue retenida por lo pomposo y atractivo de aquella ocupación siendo muy pequeña y sin otra capacitación, sus posibilidades de acceder a un futuro y mejor calidad de vida se muestran en este preocupante final, que tal vez es que persigue a nuestra juventud loretana.

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