Desde que existen en este país los indígenas no han dejado de protestar. Lo hicieron desde que apareció en el horizonte Francisco de Orellana, siguieron en lo mismo cuando aparecieron luego los sinvergüenzas de entones y de todavía. Y siguen protestando en el presente. Con mayor razón cuando se habla de la famosa inclusión social. En estos días un hecho importante ha ganado titulares y primeras planas. Se trata de la toma de rehenes de parte de unos nativos que tienen sobradas razones para no confiar en la palabra empeñada. De nadie.  Ni siquiera del mismo Estado nuestro.

 

Mientras el país entero se entretiene con las viejas primicias de la política, en un remoto rincón de la Amazonía del Perú unos pobladores decidieron tomar al toro por las astas, para demostrar a propios y extraños que nada es verdad a la hora de la verdad. Es decir, el famoso Estado no cumple a la hora de los loros y da marcha atrás violando su propia legalidad. Resulta que de un tiempo a esta parte las palabras remediación, titulación  y pago de derechos de tede rado ritorio han entrado con el pie derecho al lenguaje de muchos. Pero esas son simples palabras para los mismos nativos ya que al momento de ejecutar comienzan los problemas.

El mismo Estado juega a ser tramposo y hace trampas para no cumplir con sus promesas. Y no viene cumpliendo con lo que prometió  hace meses para solucionar los graves problemas que tienen los indígenas. Por eso es que ellos y ellas han decidido protestar de mil maneras para que las cosas no queden como siempre. Lo cual quiere decir que en los próximos meses aparecerán   nuevas medidas tendientes a mejorar la situación de esas comarcas tradicionalmente marginadas.

El país oficial seguirá con su cronograma ya trazado, seguirá con su segunda a vuelta entre candidatos que se parecen como dos gotas de agua o de aceite y luego seguirá con su ruta que es beneficiar a unos cuantos. La mayoría, o sea casi todos nosotros los escribas o lectores, seguiremos en el lecho de la marginación y la marginalidad.  Esperando que en algún momento cambien las cosas. Pero las cosas no cambiarán por arte de magia.

El país no puede variar su ruta ya escrita en su viejo libro, donde la tradición del más fuerte manda. Pero si quiere  variar se encontrará con brutales escollos que hasta podrían programar la desaparición de los nativos para que ellos o ellas puedan ganar más. Dios no lo quiera ni lo permita. Por otra parte, está visto que en estos años hay un terrible enfrentamiento entre los nativos y los mestizos que es uno de los nervios centrales por donde discurre la historia de nuestro país.

La acción ejemplar es entonces toda acción o movimiento tendiente a evitar la injusticia, a impedir que los vivos y vivísimos se salgan con la suya y que busca un mejor futuro parta los descendientes que no pueden seguir siendo carne de cañón de los afortunados. Toda acción genera una reacción y es posible que entonces el Estado se ponga las pilas y de una vez por todas atienda las demandas de los indígenas de la selva del Perú.