Todos han empezado a celebrar la detención por diez días de la principal lideresa política de oposición del país, Keiko Fujimori y con esto se ha iniciado una interpretación anticipada de constituir el inicio del fin de un modelo político que encandiló a muchos peruanos hasta hace poco, una prueba de ello  son las elecciones que perdió por poco frente a  Kuczynski.

Algunos señalan que los denominados poderes fácticos, tan omnipresentes en la vida económica y política en el Perú ya no la quieren,  que ahora se ha convertido en una mochila pesada y sostener el modelo con ella y sus afines es imposible. No hay problema si cae ahora, además hay un sentimiento popular nacional que concuerda con Richard Concepción Carhuancho, el juez que ordenó la prisión y José Domingo Pérez el fiscal que pidió esta prisión efectiva, es decir, mejor si va presa y algunos más que faltan por ahí para legitimar la proactividad y entereza del sistema de justicia en el país, tan venido a menos.

Mientras tanto el gobierno empoderado como nunca piensa en la última piedra en el zapato: el Congreso de la República. Se ha dado cuenta que este puede ser sometido con algunas amenazas a las que no pueden responder sólo con algunas bravatas como que Martín Vizcarra no está emocionalmente cuerdo, tal vez buscando una incapacidad mental para, lejanamente, intentar sacarlo del poder. Esta decisión judicial que lleva a la cárcel a Keiko Fujimori esperemos, por el bien de la justicia en el país, tenga más evidencias concretas y de peso que el clamor de una población que ahora quiere sangre.

Mientras era conducida a la Sala Penal para el procedimiento de detención, los voceros y su bancada daba una conferencia de prensa mostrándose realmente débiles, lloriqueando y amenazando con protestas que, imagino, se refería a otros tiempos, porque valgan verdades están tan diezmados socialmente que hoy no convocan ni a sus familiares. Pero además Keiko escribía una carta indicando que no hay fundamentos jurídicos en la detención, decía que es una persecución, que saldrá más fortalecida. Puro verbo que en las actuales circunstancias no tienen ningún peso político ni social.

Siempre será un divisor en la opinión pública hablar de los Fujimori. Sin embargo hay que decir que esos ciudadanos, muchos de los que ahora hacen memes, se alegran y quieren santificar a Carhuancho o José Pérez, abalaron con su apoyo en las ánforas su posicionamiento político del que ahora se ufana aún. La detención de la hija del ex dictador no es motivo de alegría sólo de confirmación que la política y los políticos no tienen ninguna legitimidad y así, por más que festejemos, no se construye ciudadanos ni sociedad madura.

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