Mis lecturas de cappodano se centraron en un libro de jazz de Ted Gioia, gran libro que sistematiza con buena pluma el recorrido e historia del jazz. Y, paralelamente, también leía un capítulo del texto de Eric Hobsbwan de la gente poco corriente sobre personas relacionadas con esta música de márgenes; lo leía en plena medina de Marrakech. Confieso que mi acercamiento al jazz desde la universidad fue siempre intuitivo, de canciones y de cantantes. Uno de los primeros patas en mencionar a jazzman y jazzwoman fue Alfonso Castro, el Txolo, en un viejo café de Lince donde discutíamos diferentes temas e inolvidables tertulias de esos años bajo el asedio asesino de Sendero Luminoso y la arbitraria violencia estatal.  Allí hablábamos de Billy Holiday, Louis Armstrong, Dizzy Gillespie, John Coltrane, Art Pepper, Stan Getz entre otros que mi memoria no retiene. Al mismo tiempo en esos años verdes, había una radio adulto- contemporánea, era la coletilla que recitaba, donde también se escuchaba jazz en ese páramo llamado Lima o la bahía de Lima, como refería el Txolo. También me nutría del jazz de la misma literatura como las citas de Cortázar y de su famoso cuento sobre Charlie Parker. En esa misma época recuerdo un festival de jazz promocionado por Manongo Mujica en Lima, asistí un par de veces. Ante las notas de jazz mi cuerpo y mente existe empatía plena. Evoco casi sin querer en mi imaginación salas donde se tocaba jazz. La trompeta de Miles Davis – Sketches of Spain o Kind of Blue, que me transmite vitalidad, búsqueda constante de lo nuevo, de ir contra lo establecido. Para mí eso era y es el jazz. Uno de mis sueños, incumplidos por cierto, era escuchar a una orquesta de jazz en Isla Grande, claro, nunca se cumplió. Supe por un correo que había un grupo de música relacionado con la Alianza Francesa que tenía algunos conciertos de jazz, no sé si todavía persisten en el intento, ojalá. El jazz ha inspirado e impulsado todo tipo de música como el rock and roll, la música pop, y como no, también la cumbia. Le comentaba a uno de mis sobrinos que si fuera músico trataría de fusionar el jazz con la cumbia. Aunque les parezca extraño tienen muchos puntos en común. Es cuestión de ponerse a ello. La guitarra de los Wemblers se presta para esa fusión ¿habrá algún músico audaz? El libro de Gioia abre muchas puertas, me hizo entender mejor a Wynton Marsalis, a Coltrane, al jazz para escucharlo sobre la hierba.

P.D. Escuchen a Bud Powell en “Un poco loco”, no se arrepentirán.

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