Todas las personas tienen que ser consientes que si van a dar algo de sí mismos -palabras, gestos, acciones- la ración debe ser equitativa, igual cantidad de joyas espirituales, igual cantidad de deposiciones digestivas. Para los que dan más motivación que destrucción, sinceros aplausos. Los que dan demasiada cochinadita, pues den igual medida de apoyo – pensaba Javier mientras atracaba su chalupa en uno de los tantos bancos de arena del río Nanay. No Tipishca, ni Santa Rita, no Lupuna. Una sin nombre a unos 25 minutos de Santo Tomás, según el tiempo que le echaba la pequeña y rápida canoa de aluminio que era el “Sagitario” con sus 15 hp. A estas playas donde los peques-peques no hacen ruta comercial, se llega en transporte fluvial privado que, para gusto de Javier, no había ninguno, sólo estaban él, su linda amiga-novia Maya y la hermana-mejor amiga de Maya, la ocurrente Ámbar. Maya es divina, cabello ensortijado negro azabache, ojos pardos amazónicos, boquita fucsia acolchonada, torso de Gracia y esas sugestivas y largas y suaves piernas color canela que a Javier, como a cualquier otro hombre, lo samaqueaban; pero como a pocos hombres, esta obra maestra de los Dioses, lo samaqueaba desde su expresión más libre, sin compromisos, sin promesas, sólo están viviendo. Javier, siendo joven, lógicamente está lleno de libido, pasión y atracción por lo físico, sin embargo, sus prioridades son otras. Su coeficiente intelectual, según diagnóstico psicológico resulta promedio alto; no obstante, sucede todo lo contrario con su coeficiente emocional que es promedio-bajo. Dicho en otras palabras, Javier es muy objetivo pero poco afectivo, tiene inclinaciones más hacia actividades complejas, situaciones extremas, trabajo bajo presión; que actividades sentimentales como mantener una relación amorosa. Entonces, puede que sea muy bueno con los números y los deportes de aventura, pero es un camote para expresar sus emociones.
Lunes, mas allá del medio día, Javier decidió subir el Jeep, manejar hasta Santo Tomás y embarcar el “Sagitario” con destino a alguna isla pasajera como su corazón; junto a la bronceada Maya y a la graciosa Ámbar, no con fin primordial de estar con la novia, sino para pensar con claridad y sin distracciones humanas, sobre situaciones cotidianas con su visión mental periférica. En esos escapes de la realidad, le encantaba la compañía de Maya. Era diferente a las la típicas enamoradas engreídas y pegajosas que caracterizan a sus féminas, ella era como él, igual de libre, sin estigmas ni etiquetas al amor. En fin, camina con los pies en el agua mientras piensa sobre la conducta de amigos y familias disfuncionales frente a dos situaciones contrarias. La primera, cuando a una persona le sucede algo malo, muchas veces, el primero en juzgarlo es su propio círculo cercano, incluyendo a la sangre. El segundo contexto se refiere al logro que experimenta una persona, los que lo criticaron al principio, no encuentran, en su escaso repertorio afectivo, la manera de expresar muestras de aprobación y apoyo. Es por ello que llega a aquel pensamiento inicial, si van a criticar, que comenten con igual proporción de las buenas acciones; si no van a poner de ejemplo lo positivo, pues tampoco señalen las caídas, ya que los exitosos son guerreros que cayeron muchas veces, pero se levantaron recios y dispuestos a demostrar su potencial. Javier se siente un guerrero, también siente que el fuerte sol influye en sus ideas, mezclando recuerdos y experiencias distintas como si fueran un mismo suceso. Decide zambullirse en el Nanay, antes chapotea a Ámbar y roba un beso a Maya piel canela.