Iquitos en su hora más negra
ESCRIBE: Gino Ceccarelli
Bastó una década para que la capital de la amazonía peruana pase de ser una de las ciudades más limpias del Perú a una de las más inmundas y caóticas. Todos los calificativos nefastos que existen en el diccionario le caen perfectamente: sucia, caótica, insalubre, descontrolada, ingobernable, corrupta, miserable, insensible, infraterna, grotesca, etc, etc.
Parece que el “crecimiento económico” y todos los índices de buena salud económica y desarrollo que hacen alarde desde el gobierno central no solo no le ha tocado a Iquitos, sino que ha afectado a nuestra ciudad en un mayor empobrecimiento social, en caos urbano, en desacertadas políticas municipales, en el desentendimiento del GOREL y del Estado.
Es innegable que la mayor responsabilidad le toca a quienes han manejado los municipios, tanto provincial como de sus distritos. Iquitos huele mal, sus calles son polvorientas (o se llenan de barro cuando llueve), su caos vehicular y de contaminación sonora ha llegado a límites insoportables, la basura inunda sus calles y plazas, todos (casi todos) se zurran en el reglamento de tránsito y en las normas de convivencia social, existe una exasperante inacción de la población ante el desgobierno municipal y un inexplicable conformismo ante el evidente caos, la miseria y una ausencia de planes y proyectos para mejorar (salvar sería la palabra más adecuada) la ciudad.
Los políticos y dirigentes de siempre solo atinan a pelearse y acusarse entre ellos por míseros intereses partidarios, gremiales o institucionales. No existen planes con visión de futuro, solo proponen pequeñas soluciones paliativas a ciertos temas urgentes (y si los aplican, son ineficientes, incongruentes, mal ejecutados o inconclusos). No existe un plan a largo ni a mediano plazo para la ciudad, no existe una política de expansión urbana, nadie plantea crear una zona industrial, nadie propone una real política educativa para nuestra particular región, la prensa prefiere dedicarse a temas espectaculares y morbosos, las universidades no plantean nada de nada y nadie propone convocar y concertar sensatamente para discutir y plantear soluciones pensando en los próximos veinte o cincuenta años. Hace años que unos pocos venimos reclamando elaborar un Plan Maestro para el desarrollo de la ciudad.
Toda la gente que conozco y que en los últimos años ha viajado a Iquitos, regresa decepcionada, asqueada y desilusiona de encontrarse con una urbe a punto de colapsar de suciedad, de caos, de indiferencia y de resignación.
Todos, absolutamente todos, sus problemas se han agravado. Las diferencias sociales se han acrecentado: algunas edificaciones nuevas y ostentosas y nuevos autos de lujo contrastan con una multiplicación de niños y paisanos que duermen en las veredas, plazas y malecón. Vemos con tristeza y rabia cómo destrozan las calles para “mejorar” el sistema de alcantarillado donde colocan la tierra removida en cualquier parte y que termina convirtiéndose en polvareda asfixiante, no hay señalización sobre los desvíos del tránsito (ni siquiera piden disculpas por el malestar ocasionado), nadie sabe cuando terminarán esos trabajos, es más que evidente que dichas obras están pésimamente ejecutadas y la ciudad huele a caca y mugre.
No dudo que algunas autoridades están haciendo enormes esfuerzos por cumplir con sus encargos, pero al ver nuestra realidad, nos lleva a hacernos una sola pregunta: ¿esta gente, estas autoridades, tienen la capacidad intelectual y profesional para entender todos los problemas de la ciudad y darles solución? Es evidente que no. Lo están demostrando.
¿Y quién puso a esas autoridades en el gobierno municipal? Ahí está el gran detalle.
El vicio y la manipulación grosera se han instalado en las campañas electorales. Pareciera que una nueva forma de hacer una exitosa campaña se ha instaurado: besuqueos, calzones, promesas idiotas e ilusorias, ridiculez, vulgaridad y patanería.
Si sumamos a que esas autoridades no convocan ni consultan a los mejores profesionales, intelectuales y estudiosos de nuestra realidad, es fácil deducir que ese gobierno será inepto, corrupto y solo impondrá un mal ejemplo de hacer política, de gobernar y, por ende, de contribuir al atraso, a la desintegración social y a la pérdida de valores ciudadanos y culturales.
Entiéndase que mi pesimismo no es resignación. De alguna manera todos somos culpables y responsables (algunos más que otros) de este descalabro. Es hora de apelar a toda nuestra inteligencia para tratar de subvertir esta situación. Espero que no sea demasiado tarde.
Excelente crítica vertida. Agregando que, las obras que se hacen no cumplen con las Especificaciones Técnicas del Proyecto, por que de ser así, las obras que se reciben durarían mucho tiempo, como eran las obras de los años 50-60 y 70. Hoy, lo que importa es la elegante pero descarada mordida que todos quieren, redundando ello en en la mala calidad dela obra, con una complicidad de todos los niveles.
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