Iquitos, el mismo de siempre

200 Iquitos columna Cerbatanas

Aunque algunos incrédulos se empecinan en decir todo lo contrario

Llegué en medio de una manifestación en la inmensa Plaza 28 de Julio que anunciaba, en realidad, mil historias tratadas de ser resumidas en una protesta que a la mañana siguiente (ósea ayer) fueron  dimensionadas, sobre dimensionadas, minimizadas, casi desaparecidas de acuerdo al gusto proclive del locutor y la frecuencia que lo auspicia. Todo esto junto y enrevesado, al final, me confundió mucho más y hasta me hizo pensar y dudar si realmente existió lo que yo vi o era sólo un espejismo verde. Entre el soporífero calor de la tarde que tantas veces había extrañado me senté a escuchar. No era la excepción. La frondosidad apabullante y las mil versiones a un sólo hecho, me recordaron que, efectivamente había llegado y sin lugar a dudas a Iquitos, claro que, dada las circunstancias de la muerte de Hugo Chávez en Venezuela, todo esto pasaba a un segundo plano.

La ciudad, a diferencia de lo que había seguido en las redes y en los diarios estaba casi igual de cuando la dejé. Es cierto que algunas calles lucían estranguladas porque otras a su vez estaban siendo perforadas, pero era, en buena cuenta, lo que siempre había existido en Iquitos, con y sin obra de alcantarillado. La naturaleza y el desgaste que promueve la Amazonía había hecho su trabajo, sólo que esta vez también había sido dimensionado o minimizado, de acuerdo al gusto del cliente y a lo que uno quiere creer.

Pero eso, para mí egoístamente y en particular, fue lo que menos me importó, porque yo venía a escuchar a la gente. Y como siempre sucede el primero que me dio una real dimensión popular de lo que pasa fue Cristian, el audaz motocarrista que te toma por asalto verbal cuando llegas al aeropuerto. Sin maldad, pero con astucia también medía mi pulso para cobrarme a su gusto, claro que, cuando se percató que conocía la ciudad no le quedó más que franquearse sobre lo que estaba pasando por la ciudad del amor y yo, de paso, pagar lo justo. Con él recorrí buenos tramos de la ciudad porque además enterado de mi objetivo volvió a enseñarme una ciudad que conocía en sus detalles, yo gustosamente acepté como un admirado de la voracidad verde que junto a la lluvia siempre amenaza.

Con esa evidente influencia de algunos periodistas que escuchaba repetía lo que estos decían sabiéndose en algunos casos manipulado, en otros, sumamente incrédulo. Hablaba resumiendo con exactitud y sin pasión, las reales circunstancias de la debilidad municipal por la que atraviesa en estos momentos Maynas y claro, las exageradas exposiciones e “inversiones” de los candidatos que en Iquitos nunca dejan de serlo. Los que se creen agazapados y que seguramente saldrán en los próximos meses y los desgastados que obviamente son los culpables de que nuestro mundo esté a punto de condenarse, o al menos en versión aciaga de algunos: el demonio en persona.

Exactamente igual, concluí ya en la primera noche. Faltaba por supuesto las gamitanas, los ajíes,  los sábalos las cecinas y sus hierbas de todo color sumados a los jugos tropicales para caer en cuenta que nada había cambiado. Aunque muchos insisten en qué está peor yo no lo creo. Basta darse vuelta por proyectos como los Ecolegios de la Ong Alemana GIZ que se implementan en el colegio Fe y Alegría y en el Rosa Agustina Donayre, para confirmar como con entusiasmo, sin corrupción ni malas pasiones, ni rivalidades políticas se puede insertar valores educativos sostenibles a cambio de construcción valiosa y adecuada de aulas para la realidad exacta de Iquitos, sin caer en ese engaña-muchachos de los colegios emblemáticos. Pero eso es algo que no será resaltado porque la naturaleza humana no se detiene en “pequeñeces”, les motiva la sangre, la muerte y los demonios que falsamente nos persiguen. A mí no, al menos esta semana no. Yo prefiero escuchar a la gente, saborear todas las hierbas y pescados, tomarme una cebada a 35º y escuchar primerizo, juguetón y admirado a los amigos, y a la gente por supuesto.

 

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1 COMENTARIO

  1. Que bueno que haya personas que no han perdido su objetividad y el inmenso cariño por nuestra tierra, felicitciones por la nota ,yo también quisiera comer esa rica mazamorra de doncella, el masatito de pijuayo bien heladito y en su punto y como no, los ricos juanes de la Morona 4ta cuadra.

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