ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel
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Más allá de la unidad ejecutora que finalmente desarrolle el proyecto de la Hidroeléctrica de Mazán lo que parece ha quedado claro es la necesidad del mismo. Por lo menos eso evidencia la comunicación enviada al presidente regional Fernando Meléndez Celis por quienes se dicen llamar representantes de “las fuerzas vivas” (¿habrá fuerzas muertas?) o de la “sociedad civil organizada” (¿habrá sociedad civil desorganizada?).
Es decir, con las excepciones que confirman la regla, lo que en plena campaña electoral del año pasado ocupó buena parte de la agenda como motivo de discordia hoy parece que será motivo de unidad. Las expresiones contrarias al proyecto que pronunciaban los bullangueros mediáticos asalariados de siempre fueron producto de la coyuntura. Se entiende. En campaña electoral es imposible que todo sea coherencia y racionalidad. Si hasta los más probos y ecuánimes pierden la paciencia y compostura en las elecciones no debe extrañar que los enajenados de toda la vida persistan en ese comportamiento. Pero no hay mal que dure cien años ni corpiño que lo resista.
Y de un momento a otro nos hemos despertado con la hidroeléctrica en la agenda. Como hace más de medio siglo. Como si diéramos la razón a aquellos teóricos de la historia que no se cansan de repetir que todo cambia para que nada cambie. La diferencia que se notará con el debate de los 80 del siglo pasado es que ahora existe un expediente técnico listo para la ejecución. La otra diferencia que también se notará es que el capital privado tendrá que intervenir –en alianza con el estatal, pero solo para asegurar la viabilidad- para de una buena vez tengamos energía no solo propia y ecológica sino con posibilidades de venderla a otra zona.
Las cosas son diferentes a los años 80 y, aunque muchos no lo crean, al ambiente del año pasado donde varios botaban corriente contra la hidroeléctrica sin imaginarse que ellos mismos necesitarían de esa corriente. Pero ya no hay que llorar sobre megavatios derramados sino mirar al futuro. Para ello tampoco hay que detenerse a aplaudir a los que tuvieron la visión de apoyar la elaboración del expediente o colaborar en conseguir que el gobierno central financie el proyecto sin echar mano del canon petrolero. Hoy solo queda alegrarnos porque parece que al fin habrá luz al final del túnel. Y esa luz parece que será encendida por el Poder Ejecutivo a través del Ministerio de Energía y Minas. Quién lo diría.