Hacia un amplio conocimiento de la literatura amazónica
Hace un par de semanas, estuvimos participando en un coloquio sobre autores amazónicos peruanos, realizado en el Congreso de la República, en un esfuerzo por llevar a los más altos recintos el debate y la reflexión sobre la palabra escrita que se he generado en uno de los territorios más extensos y diversos del país.
Varios intentos se han realizado con el fin de acercar a la Amazonía loretana con la literatura nacional e internacional. Estos mecanismos de exposición ahora son más visibles, pero no han llegado a obtener una adecuada difusión o no se han popularizado, tal como el canon oficial lo ha pergeñado.
Fueron ocho ponencias sobre autores que a lo largo del tiempo han tenido una importancia capital en el desarrollo de las letras amazónicas. En principio, Manuel Cornejo habló sobre Francisco Izquierdo Ríos, quien constató que la división Andes-Amazonía, como espacios estancos y desconectados, son solo construcciones culturales desde las esferas hegemónicas e ilustradas.
Asimismo, se expuso sobre Germán Lequerica, quien a partir de la década de los cincuenta irrumpe en la literatura loretana, uno de los mejores exponentes de esa tendencia por crear un escritor comprometido con su sociedad. Además de libros como Ese maldito viento o Selva Lírica, resulta imprescindible recordar a Lequerica a través del poemario La Búsqueda del Alba, donde expresa en toda su dimensión el drama que viven los explotados y marginados.
Gonzalo Espino se refirió a la obra de César Calvo, caracterizada por su lealtad a la poesía, que la hace para sí –la poesía misma–, la canción o la novela. De tono desbordante, por momentos suprarrealista y decididamente sorpresiva, En 1981 concibió Las tres mitades de Ino Moxo, probablemente el libro más importante de y sobre la magia y el espíritu amazónicos; grandilocuente, extraño, poderoso, apasionado, poético, narrativo en extremo.
Se descubre adicionalmente la poética del ucayalino Jorge Nájar, de una complejidad y sensibilidad particulares, en la que una constante atraviesa su obra de punta a cabo: El viaje, el itinerario, el cambio de lugar, no como un simple afán de aventura ni como mera obsesión, sino como una capitalización de la experiencia material como fuego dinámico de la creación.
A partir de los años ochenta han resaltado dentro del firmamento cultural el grupo literario iquiteño Urcututu. En esta oportunidad, tres ponencias se ocupan de sus principales representantes. Gerald Rodríguez habló sobre Percy Vílchez Vela, uno de los poetas más importantes, creador a carta cabal e intelectual que concibe la literatura como un oficio absoluto, quien expresa una visión sagrada de lo amazónico.
Por su parte, José Rodríguez Siguas expuso sobre Carlos Reyes, quien alcanzó la consagración y la madurez poética, además del Primer Premio en la Bienal de Poesía Copé de 1986, con su libro Mirada del Búho, fresco social y testimonio de una época, de una generación y de una concepción de vida.
Además, se exponen los discursos sociales, geográficos y de género presentes en la poesía de Ana Varela Tafur, quien en 1991 se convirtió en la primera mujer y la primera amazónica en ganar el Premio Copé de Poesía con Lo que no veo en visiones. Una poética donde lo femenino se convierte en denuncia, en reivindicación de la historia, en apuesta por el porvenir.
Finalmente, Héctor Tintaya se encarga de hacer un estudio sobre el trabajo de Miguel Donayre Pinedo, uno de los narradores contemporáneos más rigurosos y constantes, a partir de su novela Fulgor de luciérnagas, en la que se alternan las dudas de una generación en tránsito y aquellas mentiras verdaderas que se han apoderado del imaginario amazónico.
En síntesis, todavía nos espera un largo camino en el desarrollo del libro en la floresta, pero es hora de transitarlo. Un entorno donde pervive una maravilla natural influye ciertamente en un entorno y en el desarrollo creativo, como inspiración, pero también como tema y preocupación. Su vasta, compleja tradición literaria lo requiere con urgencia.