Precisamente era el aniversario del Colegio Rosa Agustina cuando nos enteramos de la noticia. En ese entonces aún no llegaban los celulares modernos a Iquitos y las noticias no volaban a la velocidad de la luz por las redes sociales. Nos encontrábamos en una reunión entre profesores cuando se supo de la renuncia por Fax de Alberto Fujimori. Había terminado recién mi horario en la redacción de un diario local. Me acuerdo que todos gritaban y bailaron con más ganas. Fue motivo doble para alargar la fiesta.
Fujimori se iba con la excusa de un encuentro internacional y mandaba un fax de renuncia. Me pregunto. Ahora hubiera sido un tuit o una etiquetada en su biografía del Facebook. Y seguramente hubiera sido tendencia y obtendría miles de seguidores y, en realidad no se hubiera ido muy lejos, pues con las alternativas digitales seguramente la renuncia hubiera podido ser transmitida en vivo y en directo desde su avión de fuga. Dejaba una estela de corrupción que recién se sabría años después. Incluso hoy a 14 años de esta renuncia, no se sabe exactamente los niveles y la totalidad de implicados en esa telaraña mafiosa durante la década fujimorista.
Muchos de los videos “personales” que fueron encontrados en la salitas del SIN fueron entregados a la Iglesia para que a su vez haga lo mismo y se los devuelva a los protagonistas que en su mayoría serían políticos, militares y figuras del espectáculo. Aunque los contenidos eran estrictamente privados, las consecuencias de esos chantajes para no revelarlos seguramente implicaban denuncias de interés público que ya nunca se sabrán. El funesto rol de los medios de comunicación que se iban conociendo tras la caída, dieron pie para que se alzara de manera natural la figura política de Alejandro Toledo.
Tras un proceso de transición de Valentín Paniagua, y cuando todos empezamos a creer que se venía un tiempo de expurgación de toda la pus de la corrupción, finalmente los poderes fácticos terminaron por aprisionar a Toledo que repitió, no en esas dimensiones por supuesto, los casos de corrupción. Con el transcurso de los años casi todo volvió a esa normalidad peruana. Los gobiernos improbables de ser electos retornaron. El Apra se alzó con la presidencia y luego Humala, con la promesa de cambio, ambos y por obvias razones, igualmente decepcionaron.
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