En las mañanas luego del café suelo revisar los titulares de los diarios de diferentes sitios de mi interés, confieso que mucho de lo que sale en FB me aburre y me decepciona. Es más de lo mismo y siempre en igual tono que a los segundos se pone gris. Lo que te viene en este muro depende de los algoritmos que has señalado y “el gran jefe” que sabiendo de tus gustos te manda noticias y publicaciones en ese sentido. Con razón todo es tan soso y para gente muy dócil. Allí no se piensa, está prohibido. Pensar puede significar abrir una serie brecha. Un escritor decía hace poco en una entrevista que deberíamos jugar con esa información y señalar un día una ruta de preferencias y otro día la contraria. Me parece que la idea no está mal, a los que detentan ese poder no hay que darles el gusto y que te dejen fácilmente manipular a su antojo – recordemos que ellos tienen mucha información nuestra. Tengo la sensación que con FB y otras redes sociales vamos a un mundo unidimensional y monocolor, cada vez es menos plural y de bandos que se enconan. Nos pergeñan una realidad muy sesgada, “de los míos” y los que están contra mí. Así se promueve el solipsismo propio de estos tiempos de cansancio y líquido ¿quién se acuerda del tuit de una famoso que dijo hace unas semanas? Nadie, se ha evaporado. En este mar liquido se siguen unos a otros y llaman “tendencia”, “influencers”, lo cual revela la falta de norte. La carretera de la información, como antes se decía, se está convirtiendo en gran aniego de borregos donde pocos son los que dicen no y es territorio de las hordas. Está el pesado que te manda epígrafes a raudales sin ton ni son o el revolucionario apoltronado en su silla de cara al muro arengando la revolución que se viene ¿? Me subo al metro y casi todos mirando el móvil, riéndose, llorando mirando la pantalla, nadie mira a nadie. Es un mundo donde la soledad de sus gentes campea.

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