Siendo este un país tan diverso culturalmente, no hemos desarrollado la comprensión y tolerancia como ciudadanos, menos aún el respeto o el amor; más parece que esta mistura cultural hace daño, pero a los conservadores y radicales. Esa conducta es el enemigo mayor de todos los peruanos.
Con cada nuevo caso de violencia hacia la mujer, me he decepcionado tanto con la educación en nuestro país, no la que tiene sitio en un aula de clases, sino aquella impartida en el hogar. Pese a que crecí en un ambiente machista y violento —todavía me cuesta desligarme por completo de algunas conductas arraigadas de aquel “veneno mortal”— he desarrollado, gracias a mi voluntad y rebeldía, habilidades sociales que me han ayudado a ser un mejor ciudadano —soy sensato en decir que me falta mucho por mejorar—.
Me ha tocado estar presente en controversiales discusiones con personas ultrafeministas por el tema de la mujer o sobre el entendimiento de feminismo. Para cada una de esas pláticas he sabido aclarar los conceptos y si la otra parte de forma respetuosa me sumo mayor conocimiento del tema terminé por reconocer que aún soy un feminista principiante. Como tal, pretendo que este artículo de agradecimiento sea también una muestra de disculpa por el abuso que recibe la mujer a diario, con mayor énfasis en nuestro país.
Gracias, en principio, por haber existido y estar presentes en este mundo como nuestra compañía para emprender proezas mutuas, porque no me imagino lo horrible que sería el mundo sin ustedes, convirtiéndose todo esto en un laberinto de simios vagabundos.
Gracias por ser capaces de dar alegría a los varones trayendo al mundo a los hijos, por amamantarlos, por compartir con los padres ese intuitivo conocimiento sobre la crianza que parecen llevar en la sangre, menciono eso en nombre de los padres torpes que descuidan cosas básicas, olvidan el orden y lugar todo, hacen un manicomio al no poder limpiar un vómito, lavar un pantalón con caca o calmar el llanto a media noche de un bebé.
Gracias por mostrar valentía a diario, por ser aguerridas al rebelarse ante un sistema machista, que es muy peligroso porque mientras es ejercida es negada. Por reclamar y ocupar los espacios que ahora son suyos y que los varones totalizamos como nuestro por siglos. Gracias por protestar con el fin de defender la autonomía de sus cuerpos contra el conservadurismo moral. Pero muchas gracias también por aceptar y recibir alegremente nuestras singulares muestras de afecto por muy torpes que estos sean. Gracias por decir sin remordimientos y represiones de sus sueños, deseos, proyectos, malestares, sus imperfecciones.
Ante todo, anhelo que no sea en un mundo muy lejano el momento en que la igualdad real se logre materializar, pero lo hasta hoy alcanzado sorprende al mundo. Sigan imponiendo estilos. Sigan callando tabúes. Sigan rompiendo perjuicios y mitos, Que nosotros, los varones, esperamos estar a la altura de cada hazaña suya.