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A punta de remo, por un costado del río, surcando va la canoa llevando a estos dos niños. Ahí está el verde frondoso a la orilla, el agua parece adormecida con su color marrón. El sol que ya se quiere ocultar dibuja siluetas al atardecer. Esta imagen sorprenderá a muchos pero no a los que nacimos en estas tierras, donde los pequeños son grandes y diestros viajando en estas frágiles y aparentemente inseguras embarcaciones. Lo bueno es que llegan sanos y salvos a su destino. En medio de todo, Dios les da siempre una miradita.