Mientras las reformas de casa avanzan día a día, ansiamos, de todo corazón, que sea pronto y termine este exilio forzado, aprovecho porque está a tiro de piedra, de ir a la biblioteca a tiro de piedra de la nueva casa. Es una biblioteca acogedora desde el primer día que la pisé. A veces, pasó unas horas allí leyendo revistas, libros o buscando en las estanterías textos que me seduzcan. O previamente de hacer este ejercicio por las estanterías paso por una librería anoto nombre de novelas y las busco en la biblioteca. Así usando el préstamo entre bibliotecas he pedido uno que estoy a la espera que me avisen para ir a recogerlo. Así intuitivamente me topé con el libro de Helene Hanff “84, Charing Cross Road”, que va de un intercambio epistolar del amor a los libros de viejo. Un día una señora que vive en Estados Unidos escribe a un librero de segunda mano en Inglaterra sobre los libros que ella quisiera que le enviara, siempre y cuando no sean demasiados caros. A partir de esa carta se establece una franca y fraterna correspondencia epistolar transatlántica entre esta mujer y el librero, me corrijo, también con muchas personas de la librería e inclusive con la familia del librero, una de las hijas del librero le escribe a la cliente de los libros de viejo. Es una amistad a través de las cartas tiene, en un primer momento, como atrezo de fondo a la segunda guerra mundial. Esta mujer inclusive llega a enviarles comestibles a los de la librería londinense. Mientras ella seguía trabajando pergeñando guiones para la televisión y obras de teatro. Decía y repetía algo así que Londres es como uno se imagina. Es un intercambio fértil porque como lector va ilustrándose de textos donde muestran su erudición y placer por la lectura. Ella anuncia que quiere ir a visitar la librería pero nunca se llega a concretar el ansiado viaje, inclusive el librero muere pero la correspondencia sigue con la nueva dependienta. En el epílogo del libro cuentan que la autora llegó a viajar a Londres pero no pudo visitar la librería porque está había echado el cierre.