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GINO CECCARELLI “ENTRE EL SEMICIELO Y EL SEMIMUNDO”, EXPOSICIÓN EN LIMA

ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel

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Desde las entrañas del imaginario amazónico, desde la esencia de los seres animados del bosque, el pintor Gino Ceccarelli abre las puertas de una de sus exposiciones más importantes. La muestra se inaugura hoy en Lima y como una amenaza verde se proyecta que recorra algunas ciudades de la selva. De esa manera las figuras míticas, los seres de otros mundos, adquieren relevancia y vida en los cuadros pintados por el artista. En esta oportunidad, más que antes, el pintor más importante de la Amazonía contemporánea ha optado por la monumentalidad como una forma de abarcar el complejo y vasto universo amazónico. Así, en el fondo, la exposición pictórica es un intento desmesurado de expresar el mundo misterioso de la montaña gracias a los temas y a las figuras peculiares que se expresan desde siempre en la literatura oral.

Gino estaba en la mitad de su trabajo. Sudaba la brocha gorda, literal. Allá por los pantanos de Villa, él había improvisado un taller para pintar a lo grande. Un grande pintando obras de más de cinco metros. Es que ya había aceptado la propuesta de una empresa petrolera para exponer sus obras. Y, como no puede con su genio, ha incluido en la sala “Kuélap” del Ministerio de Cultura, un espacio donde se muestra la contaminación que provoca la explotación del oro negro. Mientras salimos de su taller le preguntamos sobre los pintores amazónicos y la calidad estética que se nota en sus obras. “Es que los pintores tenemos que transmitir belleza y para eso hay que ser buenas personas, buena onda, sino es imposible hacer una obra de arte”. Refleja en su rostro una sonrisa que parece una mueca que intenta llevar sus labios lo más cerca de sus oídos y quienes le conocen ya saben que es el momento en que se pone ceremonioso. Así de ceremonioso va estar la noche de hoy cuando se inaugure “Entre el semicielo y el seminundo”.

Tres meses ha trabajado “dos días diarios”, comenta en esa forma metafórica que siempre quiere dar a sus proyectos. Su pintura es una metáfora universal donde prevalece lo amazónico. “Este no es un retrato mío”, indica a los futuros guías de la muestra cuando explica el cuadro donde se observa un chullachaqui llevando al hombro una mujer. Pero una de las guías no le cree e insiste varias veces que ese rostro es de él. Gino, acorralado una vez más por las circunstancias y la sinceridad femenina, no tiene más que admitir: “En Iquitos dicen que secuestro mujeres, pero eso no es verdad”. Sea verdad o mentira, Ceccarelli ha rejuvenecido en este prolongado verano limeño. Por eso está jovial, recorriendo las cinco instalaciones de la exposición con las personas que estarán hasta el 23 de junio guiando a los que deseen ver su obra.

Y es que la sala Kuélap no sólo está llena de cuadros ceccarelianos sino que -al mismo estilo norteamericano o macondiano- alguien tendrá que lanzar una fragancia para que se huela selva, bosque, naturaleza, petróleo, cacao, paiche, agua, tierra. Y es que en medio de runamulas, sirenas, lunas, yacumamas, peces, autoretratos, están regadas por el piso balsas en las que se puede ver seres míticos humanizados que nos trasladan a una zona de navegación. Como recurso de último minuto, casi espontáneo, pero como parte de todo el escenario amazónico, Gino ha colocado “baños ecológicos”.  Esos lugares que abundan en los pueblos ribereños, los ha puesto en lugares estratégicos y ha pintado sirenas rojizas en el mismo material con que cubren sus baños los amazónicos. “Ha sido difícil pintar en ese plástico porque la pintura se chorrea y hay que poner cuidado”, confiesa a sus alumnos eventuales.

Gino ha dado una clase magistral sobre la Amazonía, el medio ambiente, los mitos y leyendas, el cielo, el infierno, el purgatorio. “Me interesa la cosmogonía amazónica, no soy muy propenso al paisaje aunque lo uso en mis obras” es lo primero que advierte cuando señala que lleva más de 40 años pintando y confiesa que es de padre italiano y madre amazónica. Pocos saben que ha nacido en Benjamin Constant en la zona brasileña del Trapecio Amazónico, pero le cae rebien decir que es de Iquitos. Y a los iquiteños más que bien porque se ha convertido en el pintor contempóraneo más fértil con estas 40 pinturas. Algunas son de 1999, otras se han acabado hace pocos días y hay una sala especial donde se colocaron bocetos de sus pinitos pintorescos, literal. A veces hay que mentir, imaginar, pero no tanto, dice volteándose para que las jovencitas no le escuchen tanto, mientras se mueve por sus cuadros como pez en el agua, como sirena en la intemperie es mejor decir. Pero también habla de historia, de la que se nutre su pintura. De botánica, que alimenta sus cuadros, de rebeliones que los plasma en sus obras, de belleza que está en todas sus creaciones.

Así llega donde está José Santos Atahualpa, ese tupacamaru de los amazónicos, quien se rebeló aún antes del legendario personaje que nació en el pueblo de Surimana. Ahí está nuestro primer rebelde y Gino, combinando la historia con el arte, lanza esta enseñanza: “Nunca se supo cómo murió, pero dice la leyenda que desapareció echando humo y por eso está así su cabeza”. También se proyecta al futuro con la obra “Amazonía 2128” donde una sirena está tirada en posición horizontal y el universo se le viene encima. Ahí se muestra la contaminación y al lado está un collage de nombre “Río”, pintado sobre plástico y llena de bolsas y de material inservible. “En mis obras a los personajes míticos los humanizo, les doy esa simbología llena de sentimientos, tristezas, frustraciones”. Y es una frustración el deterioro del medio ambiente, pero en el medio está la mujer, lo femenino. No por gusto está aquello de “Madre selva” porque, dice, en la Amazonía todo tiene madre. No son pocas las veces que ha repetido esta frase: en la Amazonía el primer hombre fue mujer. Le atribuye al poeta César Calvo Soriano, quizás para desprenderse de explicaciones. Porque se dice que  antes que existiera Dios la mujer amazónica ya había nacido. Frases que no requieren explicaciones, como sus obras una vez terminadas. Aprovecha que está cerca a “La gran boda” para mostrar una runamula y un hombre en plena ceremonia nupcial y al costado se nota una mujer que se va por el aire. “Trato de reflejar que la mujer está un poco seria en el día de su boda y que el hombre está sonriente mientras nota que una dama se va por los aires quizás porque ese hombre ya es de otra mujer, pero ustedes pueden dar la interpretación que deseen, una vez que termino mi obra ya es de ustedes”.

“Evolución” quizás sea su obra cumbre. Ahí está un personaje de Leonardo da Vinci, frases de Goya y versos de diversos poetas que tiene la intención de mostrar que a pesar de todo conocimiento y desarrollo de la inteligencia seguimos cazando con lanas. “Esto es un cuadro muy reflexivo”, dice. “Descubrimiento” es otro de una categoría superlativa. No quiso titularla como el descubrimiento del Amazonas porque él considera que ha sido el encuentro de dos culturas. Unos llegaron matando mitos y leyendas y ahí están colocados los soldados, empresarios y clérigos.  En esa misma sala se encuentra el cuadro que representa a la guerra, a los conflictos. Gino explica la inclusión del águila y aprovecha para hablar del shihuahuco, árbol que es utilizado para el nido y que como está desapareciendo puede que lleve a la extinción al animal. Lo que muchos no saben es que cuando tumban un shihuahuaco echan por tierra mil años de la especie quizás más dura de la Amazonía de San Martín y Loreto y que a pesar de esa dureza se cae ante la depredación del hombre.

Ha terminado el recorrido con los futuros guías y él también ya va retirarse de la sala. No volverá hasta la noche de la inauguración. Han sido meses de intenso trabajo que, fiel a sus propios duendes, no le han impedido darse una escapada por Iquitos y cree que esta exposición se irá a la capital loretana. Esta es una de las exposiciones más importantes del pintor amazónico. Mientras habla de sus demonios y las bondades del purgatorio si es que es un paso previo al paraíso, Gino se muestra feliz. Esta será una oportunidad para que la Amazonía, con sus mitos y leyendas, se ponga en agenda en Lima.

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