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Cómo las lluvias y cambios drásticos en el comportamiento climático han venido afectado a la selva peruana.

Esta noche iquiteña de agosto del 2014, en que me reuní con algunos periodistas, alguien me señaló que en los almacenes de venta de ropa, como nunca, han vendido un número inusitado de prendas de vestir gruesas, casacas y chompas.

–           El cambio de temperaturas abruptas es ahora algo común. A cada rato hay bajas abruptas – me señala la periodista Kathy Riveros

–           Es el cambio climático – me señala Rubén Meza, experimentado hombre de prensa loretano, convencido, luego de ver los últimos comunicados de la entidad respectiva.

Esto no pasaba antes, pensamos, en voz alta.

Efectivamente, la entidad responsable de emitir las alertas, el Servicio de Meteorología e Hidrología (Senahmi) emitió hasta julio, cuatro alertas de friaje en la Amazonía. Pero estos han venido dándose con mucha frecuencia en los últimos tiempos.

El 14 de junio del 2013, por ejemplo, una ola de vientos fríos y lluvias, así como fuertes descargas eléctricas, azotó específicamente las zonas selváticas de Madre de Dios (entre ellos, Puerto Maldonado) y parte del Cusco.

En ese entonces, una nota periodística indicaba “El friaje se origina en el extremo sur del continente sudamericano y usualmente ingresa a Perú por la selva de Madre de Dios, a través de una corriente de aire frío y lo que menos esperamos es que ingrese a la selva baja o nororiente del Perú, afirmó un especialista en meteorología.”

Eso cambió drásticamente con el paso del tiempo.

EL FRIAJE ACECHA LA SELVA

Alrededor del 25 de julio del 2013, la región Loreto empezó a sufrir la inusual ola de frío, que duró aproximadamente el fin de semana de Fiestas Patrias. En Iquitos, la temperatura descendió hasta los 17 grados, con brisas frías.

El friaje también afectó a distritos como Nauta (18 grados) y Contamana (15 grados), así como la provincia de Requena (18 grados).

Entre los días 14 y 18 de agosto ese año se produjo el quinto friaje de la temporada. Puerto Maldonado registró una temperatura mínima de 10°C y Pucallpa e Iquitos registrarán temperaturas mínimas cercanas a los 17°C.

El 2014, los último friajes intensos fueron los de junio, por las fiestas de San Juan, con temperaturas de 18 grados para Iquitos, 17° en Pucallpa y Satipo y 13° en Puerto Maldonado; y alrededor de la quincena de julio, que afectó principalmente Madre de Dios y la selva de Cusco, entre otros.

Alrededor del 24 de julio del año pasado se emitió la alerta del sexto friaje del año.

–           Los friajes son muy raros, apenas podríamos hablar de uno o dos al año no hace mucho. Ahora, fácilmente tenemos 8 o más en una sola temporada – apunta Meza, mientras vemos los datos del Senahmi y los cotejamos con lo que solíamos ver de niños.

Y es cierto. Los friajes en la Amazonía, sobre todo en la zona de selva baja han sido muy poco frecuentes a lo largo del tiempo.

La Presidencia del Consejo de Ministros ha empezado a tomar, a través del Instituto Nacional de Defensa Civil, el interés que el tema demanda. Sin embargo, una pregunta queda flotando:

¿El cambio climático tiene algo que ver en esto?

EL CAMBIO CLIMÁTICO QUE NOS ESPERA

El impacto de la contaminación y los daños al ambiente sin duda han ido afectando las temperaturas. El Perú es considerado como uno de los países más vulnerables ante los impactos del cambio climático. Según estimaciones del MEF, los posibles daños económicos causados por este aspecto podrían llegar hasta los diez mil millones de dólares de aquí al año 2025.

Además, el Cambio Climático ha ido afectando directamente a cada una de las zonas del Perú, entre ellos la Amazonía, como se desprende del presenta informe periodístico.

Según la Cooperación Alemana, en Iquitos, por ejemplo, no hay una adecuada concentración de CO2 debido a temperaturas superiores a las 34° C y la sensación de humedad elevada. El nivel de concentración intelectual de una persona se reduce significativamente Ambos casos anteriormente descritos reflejan como los efectos del cambio climático.

El repentino, pero cada vez más fuerte cambio de temperaturas, en este caso reflejado en lluvias torrenciales ha ido generando mayores estragos en la vida de la gente. La sensación principal es el de la crecida de los ríos. Lo usual en zonas de selva baja es que la creciente empiece a ceder de modo más o menos claro a partir de los meses de febrero o marzo. Este año se han mantenido el río en alto nivel por lo menos hasta mayo o principios de junio. Las lluvias han sido poderosas, incluso algunas han generado inundaciones y colapso significativo.

Las fuentes de agua en algunos casos también han cambiado de modo más o menos significativo su curso en los últimos tiempos. El caso más claro es el del río Amazonas, que bañaba la ribera de Iquitos y que en las últimas dos o tres décadas ha ido alejándose de la ciudad (leer al respecto el gran libro «El río que se aleja»).

Estos graves estragos, sin contar por ejemplo con las graves inundaciones que se generaron, entre otras, en Iquitos el año 2012 y en la zona de Alto Amazonas (Yurimaguas fue golpeada con furia), el año pasado,  con varios miles de damnificados, que motivaron una tibia reacción del Estado.

PERSPECTIVAS

La idea misma de poder seguir creado espacios para que se informe adecuadamente los efectos inevitables. Los talleres sobre la Conferencia de las Partes sobre el Cambio Climático (COP-20) en Iquitos han estado marcados también por esta preocupación que afecta ya a gran parte de los amazónicos.

La preocupación resulta importante, pues, al fin y al cabo, la Amazonía será fundamental en la mitigación del cambio climático. Ojalá no sea tarde para nosotros mismos.

(Nota de redacción: Este artículo fue ganador del Premio Nacional de Periodismo 2014 en la categoría Historias del Cambio Climático)