El mundo de los deportes es realmente cruel en los fracasos, sumamente perverso. Observas que las emociones transitan de un extremo a otro. Del odio al amor apenas es una frontera sin definir. Pendular y contradictorio de sentimientos. Los periodistas deportivos –muchos de ellos son bípedos de cuestionada moral y con gran déficit de espíritu deportivo, han lisonjeado al equipo Barcelona de Messi hasta ponerlos juntos con Dios [no se preocupen los católicos y creyentes devotos, se trata del Dios Maradona] ahora ante las derrotas que encaja al equipo lo único que hacen esos miserables es cuestionarlo todo. Muchos de los comentarios no dignifican la condición humana dejando caer frases racistas y xenófobas. Ni les cuento el comportamiento de los hinchas culés, meten miedo [me atrevo a afirmar que un talibán madridista sea igual de torpe] a parte de insultarlos, algunos con frases xenófobas, no saben entender esos momentos tan bajos al equipo, sí a ese equipo que les hizo soñar y disfrutar de momentos dulces; es no entender la vida escenificaba en una cancha de fútbol. Me pregunto ¿qué emociones les hace caminar para insultar?, ¿Están mostrando su verdadero rostro, ese gorila autoritario que todos y todas tenemos dentro? Sí bien es cierto que su estrella Messi está pasando un mal momento nadie se ha puesto a pensar en algún momento ¿Por qué está así? En vez de arroparlo y mimarlo, y con un esfuerzo más, entenderlo, lo único que recibe son más vejaciones ¿esos son los hinchas ejemplares que públicamente besan el escudo de su equipo y hacen otras demostraciones de lealtades estériles? El deporte con personas como esos hinchas no gana, pierde. Se vuelve banal y sin sentido. Deberían aprender de los bonobos para resolver sus conflictos.

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