¿Se podía entender la Feria del Libro de Madrid sin Almudena Grandes mientras vivía? Imposible, es la autora que amaba a Madrid y retrataba sentimentalmente a su ciudad. Ella comentaba que desde pequeña iba a la feria y ya consagrada, literariamente, estaba en las casetas para las firmas o en las conferencias. Hay autoras y autores que están indesligablemente asociados a una ciudad, como Pessoa a Lisboa, Kafka a Praga o Joyce a Dublín, a pesar del rifirrafe con su ciudad natal. Digo esto para entender lo que ha pasado en la Feria del Libro de Isla Grande, a pesar que algunos todavía siguen de fastos y con el guayabo en el cuerpo. El evento partía cojitranco, me explico, al comité organizador le había picado la amnesia en sus entendederas, el olvido fue el marchamo de la festividad. Pensé en un momento que era un olvido fortuito, pero no, este olvido estaba razonado y sazonado con gramos de sectarismo y de un despótico dirigismo. En primer lugar, en una región que poco se lee cuesta entender un evento de esta naturaleza, pareciera, una desesperada intención de tapar las debilidades en la implementación de una política regional alrededor del libro – que en el caso amazónico también debe incluir el enorme potencial de la oralidad por las poblaciones ribereñas y de integrantes de pueblos indígenas ¿Existe una política pública como tal o son acciones aisladas de manga por hombro como esta feria? Al mencionar al libro nos lleva directamente a hablar de las bibliotecas, el primer ecosistema donde se reúnen los lectores y lectoras y los libros ¿Existe un plan estratégico sobre las bibliotecas en la región?, ¿Hay una relación de las bibliotecas regionales y las bibliotecas municipales para el préstamo de libros?, ¿Hay una biblioteca fluvial como existen en otras zonas del palustre continental? En un contexto como el amazónico ¿Cómo se diseña una biblioteca en el sector rural (con todos sus matices) periurbano y urbano?, ¿Hablaron sobre eso? ¿Por qué no se visitó la biblioteca de Padre Cocha o Tamshiyacu, por ejemplo? Hubiera sido interesante una idea más descentrada del evento. Se ha mencionado poco sobre estos aspectos, pero sí de la fiesta del libro como sinónimo pachanga. La idea del comité de marras era que el libro como fetiche fuera el protagonista. Bueno, admitamos resignadamente que el libro fuera «el objeto deseado» o el centro de la feria. Semanas antes, dos poetas amazónicos, laureados con premios nacionales, ancestralmente amazónicos y con reconocimiento internacional, habían publicado dos poemarios de alta calidad literaria, y ni siquiera se les tuvo en cuenta en la programación, ni a la editorial que les publicó (a esta le dieron largas para, finalmente, decirle que no participaría). A esta actitud o actitudes las llamo amnesia sectaria y totalitaria, como hacía Stalin con la famosa foto, donde cada día desaparecía un personaje de la imagen por no comulgar con él, aquí, en Isla Grande, obliteraron a los que no eran sus amigos. Se libró una furtiva batalla cultural a favor de ese olvido interesado –tampoco se acordaron del historiador José Barletti ni del antropólogo Jorge Gasché. Es más, para el colmo de males, nadie protestó de las exclusiones, ni propios ni extraños. Bajaron la cabeza sumisamente y se anotaron, presurosamente, a las presentaciones de los libros sumándose a las tertulias sin ningún pudor ¿Hemos perdido el norte? Nadie disintió de esa decisión amnésica, la acataron sin reproche ¿Nos ganó la vanidad?, ¿Se quiso llenar ese vacío con un batiburrillo de febles presentaciones o con dudosos «amazonólogos»? Los que criticaban despiadadamente la feria, a último momento, se auparon a ella para lisonjearla, y como no, para sacar partido frotándose las manos. La Feria de Madrid no se podía entender sin Almudena Grandes, la Feria de Isla Grande no se puede entender con estas clamorosas ausencias. No improvisemos, una vez más ese parece ser nuestro norte.

P.D. Para más inri, hubo un homenaje a César Vallejo y las escritoras y escritores amazónicos brillaron por su ausencia o estuvieron en un segundo plano. Además, este 2022 se cumplían cien años de la edición del «Ulises» de James Joyce, que en la citada novela alude a la floresta; de nuevo ganó el silencio mostrando las costuras de nuestro provincianismo literario. Y tampoco, como ya es habitual, nadie protestó.

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1 COMENTARIO

  1. Este post ya parece un respirar por la herida. hubieron omisiones, puede ser. Pero tambien es necesario empezar por algo en una región que como bien reconoces poco leen. No me parece mal si es que el articulo tiene la intención de la mejora continua en las proximas ediciones, leo desde Yurimaguas, donde tambien reclamo la presencia de escritores Yurimaguinos como; Julio Linares Nava, Rodil Cardenas, Luis A. Capuena, entre otros valores, pero tambien tuve la satisfacción de presenciar a otros jóvenes escritores como Piterson Piña Chujutalli.

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