Desde Columbus arribaron a Iquitos los señores William Coffman y Joel Hamlin para dar conferencias sobre las maneras más eficaces para evitar los robos, asaltos y otras lacras de la inseguridad ciudadana. Ambos conocen muy bien el asunto rateril, ya que durante años se dedicaron a robar en casas de esa ciudad norteamericana. En sus andanzas se descuidaron y cayeron presos. Pese a ello consiguieron que el Departamento de Policía les auspicie para que viajen por el mundo, enseñando a los ciudadanos de ambos sexos a protegerse, a evitar ser víctimas de los bandoleros.
En sus concurridas conferencias en Iquitos ambos presidiarios con licencia daban las recomendaciones pertinentes para evitar los robos. En el conjunto de consejos figuraba cerrar con llave al salir a cualquier parte, bajar las persianas o cortinas si es que hubiera, no colocar objetos de valor en lugares visibles, poner alarmas pero no hacerlos sonar para no alertar a los amigos de lo ajeno. El arribo de los expertos era una manera desesperada que encontraron las autoridades del sector debido a los tantos robos que ocurrían en la ciudad. Era más convincente que unos malandrines de ese vuelo dieran sus recomendaciones.
Los expositores realizaban su faena con profesionalismo, contestaban todas las preguntas posibles, cuando en una de esas fueron asaltados. El hecho ocurrió una madrugada en una discoteca de los arrabales de Iquitos. Ambos no se percataron en que momento fueron dopados por las féminas que les asediaban. Lo cierto es que despertaron, completamente desnudos, al costado de una cuneta que queda por ahí. Los expertos tuvieron que regresar a la cárcel de Columbus debido a que eran bastante inhábiles para desarmar la tecnología del malandrinaje iquiteño. Antes de embarcarse en el avión, ambos dieron sus últimas recomendaciones para evitar caer en garras de las avezadas peperas.