Concordarán conmigo que la historia de Iquitos es insólita, una ciudad en medio de la frondosidad de la selva Amazónica que hasta lleva el nombre de una tribu (los Iquitu). Pues, más lo fue la construcción del “cine teatro Alhambra”. Este edificio ya desaparecido, se ubicaba en la Calle Napo Cdra. 2 y es importante recordarlo porque vive en la memoria de los loretanos; En 1898 en un terreno desocupado de la Plaza Principal frente a la Iglesia Matriz de Iquitos, los señores Francisco de Paula Secada y Clemente Alcalá deciden adquirir este terreno y construir un rústico techado al que bautizaron con el nombre de ALHAMBRA, allí instalaron un carrousel para proyectar imágenes entreteniendo a los vecinos; cuatro años después, don Eduardo Fulher, adquiere este ambiente y tras una remodelación completa lo convierte en cine teatro donde se pasaban películas mudas con proyectores marca “Edisón”, manejadas manualmente; pero también al ser teatro, comenzaron a llegar compañías de óperas, zarzuelas, teatro y orquestas sinfónicas, años después don Manuel Bonilla Meneses adquiere esta propiedad. Actualmente en ese predio está ahí el «DoubleTree by Hilton Iquitos” (Ex-Dorado Plaza) y su hall principal como no podía ser de otra manera, se llama Alhambra – Lógicamente que este tiene otro dueño, mi buen amigo Beto Rodríguez.

Es así como empezaron a llegar desde Europa vía Manaus las más grandes compañías de ópera, teatro y zarzuelas españolas y de orquestas sinfónicas, para el deleite de los ricos caucheros y de los Iquiteños. Y es ahí que se convierte en un verdadero lugar de espectáculos, centro cultural y orgullo no sólo de Iquitos, sino de todo el departamento de Loreto y parte de la Amazonía. Cuenta la historia (y este es otro de sus secretos) que el 24 de diciembre de 1911 arribó a la isla una numerosa Compañía de Opereta y Zarzuela española, luego de haber zarpado desde Lisboa en un vapor de la Booth Line, haberse negado a pisar tierra en Manaos porque la peste del vómito negro se había propagado en el pueblo y, finalmente haber sufrido la muerte de un integrante en su periplo a través del Amazonas. Aun así la función debió continuar y al día siguiente, vísperas de Nochebuena, se corrió el telón del teatro Alhambra para la interpretación de la opereta El conde de Luxemburgo ante un público extasiado y multitudinario (como lo cuenta la historia y lo describen diversos textos) todos aplaudieron y silbaron, lo que provocó la contrariedad de una de las artistas que se anonadó porque en su país una silbatina era señal de reproche; No, mujer, acá se acostumbra aplaudir con silbidos también – y es que la «Isla Bonita» es una ciudad novelesca donde silbidos y aplausos han convivido desde siempre, le dijeron. Aquella compañía de teatro se quedó en la ciudad un poco más de 6 meses.

Desde la noche de su apertura marcó un nuevo capítulo en la historia cultural de nuestra “Isla Bonita”, ya que nuestra ciudad incluía con este teatro el arte de un periodo de esplendor en simultáneo con importantes conquistas en las comunicaciones, los tranvías eléctricos, la iluminación por arco voltaico, los talleres fotográficos o los primeros cines. Por aquella época, se imprimían periódicos en francés y portugués. Iquitos era, evidentemente la vanguardia del Perú, y su emblemático teatro Alhambra suponía un cruce artístico del viejo y el nuevo mundo. Es así como en aquella época siempre será recordado «El Alhambra», como aquel teatro donde el arte, la música y las mejores películas se exhibían, existen innumerables recuerdos de la década del ‘30, o del arte que los mismos loretanos hacían en el Alhambra por la década del ‘40; nuestros antepasados conocieron y disfrutaron de muchos conciertos, zarzuelas y otros aspectos culturales y teatrales; es donde se proyectaban películas de acuerdo al devenir la tecnología de la época y con la concurrencia de artistas famosos de esos años y donde se llevaban a cabo todas las actividades culturales y folklóricas de todo el departamento de Loreto.

Las leyendas con respecto al teatro Alhambra se multiplicaban. Que si Enrico Caruso llegó a cantar en la ópera Rigoletto, que si Sarah Bernhardt había interpretado Fedra, de Racine, que si Anna Pavlova había bailado El lago de los cisnes. Hoy día pocos lo desmienten, pero de igual manera pocos lo afirman. Parece que las altas temperaturas y especialmente la humedad de nuestra ciudad que ascienden casi al cien por cien empujan muchas veces a la fantasía delirante en nuestra manera de contar historias. Existe una ambigüedad poética muy atractiva en el ejercicio narrativo. ¿El mítico realismo mágico? Posiblemente. Y no sólo alrededor de nuestro recordado cine – teatro Alhambra. Escuchar, con todo lujo de detalles los diferentes capítulos de esta historia es fabuloso porque las narraciones orales se disparan con una imaginación increíble entre el sueño y la realidad. Desde la época dorada del caucho y con las repercusiones de la Primera Guerra Mundial, la economía loretana entró en un proceso de decadencia y el teatro Alhambra tuvo que cerrar (1927), utilizándose luego para cometidos muy diferentes para el que se había construido. Incluso llegaron a pastar vacas en su interior! o sirvió de marco para exhibiciones del mundo de la moda (1932). Cada cierto tiempo, no obstante, surgía la necesidad de una reconstrucción. Lamentable el teatro Alhambra queda solo en la memoria de unos cuantos abuelos. Ahora la idea de un teatro como el Alhambra está en la punta de un pincel queriendo experimentar un renacimiento, que bien sabemos; nunca llegará.

Así fue acogiendo a una enriquecida clase burguesa cada vez más numerosa y rica que demandaba más y más confort. El emblema de ese pujante nivel de vida fuera el Teatro Amazonas, creado para hacer aproximar más a la realidad el sobrenombre de París tropical que se le daba pomposamente a Iquitos. Era un empeño, casi una obsesión, como lo retrató magistralmente Werner Herzog en su película Fitzcarraldo, en la que el comerciante y aventurero irlandes Brian Sweeney Fitzgerald quien decide hacerse rico explotando el caucho para obtener fondos con los que financiar la construcción de un teatro en medio de la Amazonía, lanzándose a ese delirante viaje en el que arrastra un barco de vapor a través de montañas y selvas para llevarlo al río. Aunque lo del navío es inventado, Fitzgerald existió realmente y, en cualquier caso, sirve para expresar cómo se manifestaba aquella fiebre del caucho. El caso es que en 1904 empezaron los trabajos para levantar el edificio, y se terminaron 3 años más tarde. Estaba construida con hermosos palcos, adecuadas galerías y una espléndida platea con un aforo cómodo para las personas que concurrían a los diversos eventos que se llevaban a cabo en esta sala. Al igual que el Teatro Alhambra, la historia de Iquitos consiste en fases buenas y malas, sin alcanzar plenamente su potencial hasta mediados de la primera mitad del siglo XX. Aunque nuestra ciudad nunca disfrutó de una riqueza sin igual en el momento de la construcción del teatro, la ciudad cayó en la pobreza extrema. Esto se debió a que los árboles de caucho fueron plantados por los ingleses en Malasia, Sri Lanka y África con precios mucho más baratos, lo que resultó en la pérdida del monopolio amazónico. Durante este período, el teatro también cayó en mal estado, pero nunca dejó de abrir sus puertas a sus visitantes.

En el teatro Alhambra por la década del ‘40, los habitantes de nuestra ciudad disfrutaban de muchos conciertos, zarzuelas y otros aspectos culturales y teatrales. A modo de ejemplo les puedo reseñar que en el año 1941 se realizó una gran función radioteatral para conmemorar los 400 años del descubrimiento del Río Amazonas. Que contó con la participación de los mejores elementos artísticos de la localidad. Sí, expresión tildada y acabada por la juventud de aquel entonces, resumiendo el arte que ellos mismos cultivaban. ¡Danza húngara! Sublime expresión del arte coreográfico, por “Corina Calixto”, rodeada de diez simpáticas damitas…¡Gran debut de la “Españolita”! ejecutando los mejores números de danza…Deslumbradora y emocionante terminación de la “CONGA”; donde se vio la gracia, alegría y belleza interpretada por las señoritas Calixto y Pinto. Nuevamente el chansonnier Carlos Larrain deleitaría con sus elegantes y finas interpretaciones de la canción criolla…¡Oh Jhony! Delirante zapateo por la genial pareja los negritos… ¡El Botecito! Novedoso Swing en toda boga, creación de la graciosa e inteligente Margarita Pinto y de los cuatro muchachos intérpretes del baile americano. Reaparición de la predilecta cantante Esther Irene Del Aguila…¡Aida Young en Iquitos! De la escuela de canto brasileño…Obertura y entreactos por la Orquesta que dirige el Maestro y Compositor Lorenzo Luján Darjón. También se daban desfiles de conjuntos musicales y de canto frente al micrófono, participando los Institutos Armados: Marina, Aviación, Ejército y Policía. Todo esto se vivía por esta década del 40, donde la vida iquiteña, sin vicios, ni rapiñas, y caridad fraterna, acompañaba al ambiente artístico y cultural traído del exterior; como un transplante de Europa a la Amazonía.

Este Cine-Teatro tuvo tres incendios, los dos primeros fueron parciales, el 1ro ocurrió en el año 1936, y tuvo como causa un corto circuito en uno de los palcos, por fortuna los Bomberos actuaron rápida y eficazmente, evitando que las cosas pasaran a mayores. El 2do fue en Abril del año 1947, producido por un cortocircuito en el sistema de iluminación del escenario, que consumió rápidamente la escenografía y el vestuario de los actores hecho que originó daños considerables pero que pudo ser socorrida por la compañía de Bomberos voluntarios “Salvadora de Iquitos” (que funcionaba en la Av. Alfonso Ugarte). Para comentarles sobre el tercero y definitivo siniestro, debo ponerles en contexto que con el transcurrir de los años, a este gran Cine Teatro “Alhambra” y todas las demás salas cinematográficas que ya existían en Iquitos, como el ”Excelsior”, “Belén”, “Bolognesi”, etc., lo tomó en alquiler la distribuidora de películas J. Calero Paz, de Lima, nombrando como Supervisor al Sr Francisco (Paco) García y como Administrador al Sr. Rafael Riera Martínez, personas hábiles e inteligentes, donde se exhibían diariamente películas en simultáneo y se contrataban eventualmente artistas de talla internacional para su presentación en el Cine Teatro “Alhambra” los que eran verdaderos éxitos taquilleros. Como la gran película “Lo que el Viento se Llevó”, este drama épico y romántico sobre la Guerra Civil de EEUU; está considerado una de las 5 mejores películas de todos los tiempos.

Es así que el año 1956 don Paco García, sufrió un accidente automovilístico fatal, y falleció, por tal motivo el puesto de Supervisor que tenía quedó vacante y ocupado de inmediato por un familiar del Sr. J. Calero Paz; es en esta circunstancia y siguiendo las estipulaciones, se contrató a un elenco mexicano para su presentación y debut que estaba programado para el día 7 de marzo de 1958 por la noche en el teatro “Alhambra”, pero no pudieron hacer su arribo oportunamente por que el avión que los traía de Lima encontró mal tiempo en Iquitos.- El teatro estaba completo, se había vendido hasta el último boleto y ya había pasado más de media hora anunciada para que hagan su presentación los artistas, el público comenzó a impacientarse, se escuchaban silbidos y bulla especialmente de las galerías. Dada esta eventualidad, el nuevo supervisor se subió al proscenio y con palabras subidas de tono se dirigió al público, el mismo que estalló en improperios y se produjo un caos en el interior de la sala, rompiendo todo lo que tenían a la mano, y como no faltan personas con malos instintos, provocaron un incendio que no pudo ser contenido. Y que originó la lamentable muerte de 4 personas y decenas de heridos. Es así como desapareció este bello centro cultural de la época del caucho, que más de medio siglo sirvió a la sociedad Iquiteña. De aquello sólo queda una fotografía para el recuerdo – Fuente : Un Catalán en la Amazonia, Ricardo Riera Martínez.

Debido a que este incendio que se dió en horas de la noche, con una reacción tardía de la Compañía de Bomberos voluntarios “Salvadora de Iquitos”, originó que la sociedad Iquiteña se levantara, clamando a las autoridades la creación de una nueva compañía de Bomberos debidamente equipada y preparada. Y a raíz de ello se toma la decisión de crear la «Compañía de Bomberos Voluntarios de Belén No 1», la misma que tuvo su sede inicial en un inmueble de la propiedad del Señor German Gilberto Bartens Llerena, ubicado en la esquina formada por las calles Urarinas y Jirón Lima (hoy García Sanz y jirón Próspero). Más adelante fue comprado a la familia Bollet un terreno ubicado en la esquina del jirón Pr´sspero con Palcazu, en el populoso barrio de Belén. Predio donde actualmente funciona el cuartel de la Compañía de Bomberos, el local fue inaugurado un 31 de Octubre de 1965. Es de mencionar que la compra del terreno y la construcción del cuartel se logró gracias a la recaudación de un porcentaje en la venta de las entradas a los cines de la ciudad, que por ley se cobraba.

Que diferencia de aquel Iquitos de la primera mitad del siglo pasado, con el que estamos viviendo más de 70 años después (2019). Si, añorando y recordando al «Alhambra». Aquel teatro donde el arte, la música y las mejores películas se exhibían. Desde entonces la ciudad de Iquitos no cuenta con espacios adecuados para espectáculos de arte escénico mayor, aunque si bien es cierto que después de la bonanza de la época del caucho (década del 30 en adelante), el teatro Alhambra se limitaba solo a algunas operetas, boudevilles y cine realizados con escasos recursos materiales y tecnológicos. Pero así y todo, Iquitos es la única ciudad importante del país que no cuenta con un teatro. Nunca formó su orquesta sinfónica, ni su ballet estable, ni conjuntos corales. Por eso hoy quise contarles de estos recuerdos; tras formas de arte y cultura y de belleza social. Iquitos era una familia grande, cariñosa y hospitalaria. Así lo sentían en aquel entonces nuestros padres, abuelos, bisabuelos y en algunos casos hasta «tátara». Qué bello sería que toda esa «Cultura» se reflejará hoy en día en todos nosotros. No olvidemos que un pueblo culto es un pueblo libre; sin cultura seremos un pueblo salvaje.

No más PAROS inútiles que no conducen a nada, y más acción en la elaboración de proyectos, que nuestra «Isla Bonita» necesita urgente considerar, como la construcción de un teatro moderno, amplio y dotado de todas las comodidades adecuadas para desarrollar todo tipo de actividad cultural, ahí tenemos el terreno del antiguo «Palacio Municipal», en plena plaza de armas. Como un monumento de la ineficiencia y negligencia de las autoridades ante tal situación; estamos hartos de tanta violencia en nuestra ciudad, generadas en gran parte por la politiquería barata que se practica aquí. Lo cierto, es que Iquitos, como sea necesita su teatro, dedicado al arte por su importancia en el desarrollo de conductas cívicas saludables, es semejante a la necesidad de un hospital para el mantenimiento del equilibrio físico. Una ciudad es una versión social del cuerpo humano. Como el cuerpo, las urbes tienen pulmones (parques), venas (calles), sangre (caminantes), pero no podría vivir sin un corazón. El teatro es el corazón de una ciudad porque encierra emociones, anhelos, imágenes, pasado, presente y futuro. El teatro, ese recinto viejo, es la conciencia irreemplazable de la sociedad. Tal es su importancia o mejor dicho, su trascendencia que quiero pensar que los actuales responsables de los diversos niveles del gobierno edil de la «Municipalidad Provincial de Maynas», así lo comprenden.