[Tres libros de loretanos en FIL de Lima].


El papel de profetas del desastre no cabe ni conviene a los que todavía promueven la muerte del libro convencional. Ese grande invento está cada vez mejor. Basta visitar cualquier verdadera feria del libro para comprobar su vigencia, su vigor y su ímpetu. La costumbre de leer va viento en popa, en otras partes y no en el bosque. Siguiendo esa explosión universal, esa suma planetaria, editora Tierra Nueva prosigue en su jornada al margen de últimos lugares en comprensión de lectura. Para este mes de agosto tiene programado desatar una tempestad nada meteorológica presentando siete libros de su cosecha y dos obras de otras editoras. Antes, en la Feria Internacional de Lima, presentará una muestra de su producción para este 2014.

El próximo viernes 25 de julio en la Feria Internacional del Libro que organiza anualmente la Cámara Peruana del Libro se presentará los libros «Entre juegos y fugas» de José Rodríguez Siguas, «Julio C. Arana: El pordiosero de la fortuna» de Percy Vílchez Vela y «Los caminos de la vida – de viajes y otras provocaciones» de Jaime Vásquez Valcárcel tanto en la sala Blanca Varela como César Vallejo del campo ferial. Todos estos libros tienen el sello editorial de Tierra Nueva, entidad que se ha convertido en la primera en producción bibliográfica tanto de autores loretanos como nacionales y del extranjero.

El primero de los libros contiene cuentos que reflejan la vida de los adolescentes en época escolar y que están ambientados en pueblos como Nauta e Iquitos y que en virtud a un manejo claro del lenguaje y a una técnica narrativa ágil y contagiante provoca en el lector el deseo de concluir lo que ha comenzado. El autor, docente del Colegio Nacional de Iquitos y de la Universidad Científica del Perú, tiene en este libro su primera entrega y que ha sido elaborado gracias a una vocación literaria acrecentada en las aula de la Facultada de Educación y Humanidades de la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana.

El libro de Percy Vílchez Vela narra la ruina de Julio C. Arana, uno de los empresarios más prósperos de la época del caucho y que durante su imperio tuvo injerencia determinante en la vida politcia, económica y social de la Amazonía y que, a pesar de ello, actualmente esa fortuna se evaporó a tal punto que sus restos se encuentran en un nicho modesto del cementerio Presbítero Maestro de Lima. Con datos hasta el momento desconocidos el autor nos muestra una época y un personaje que posteriormente le sirve para explicar la realidad amazónica y peruana con detalles del acontecer mundial.

Mientras que el libro de Jaime Vásquez Valcárcel contiene cerca de un centenar de artículos referidos a lugares que visitó el autor y que al hacerlo provocaron no solo añoranza por el terruño sino que motivaron reflexiones extraídas de vivencias familiares, profesionales y turísticas. Ya sea en Aracataca, pueblo de la Costa colombiana donde nació Gabriel García Márquez, cuya visita tocó las fibras más sentidas del periodista loretano o, también, en Florencia que sirve al escritor para recordar la obra del Nobel peruano Mario Vargas Llosa. Pero los escritos sobre la visita a la tumba del sacerdote agustino Maurlio Bernardo Paniagua, quien trabajó por muchos años en Iquitos, en Valladolid son de especial connotación por la palabra bien puesta y el sentimiento mejor expresado.

Estos tres libros también serán presentados en agosto en Iquitos dentro del programa de lo que ha dado en llamarse «Lluvia de libros» que organiza editorial Tierra Nueva con el apoyo de entidades como Caja Municipal de Ahorro y Crédito de Maynas, Petroperú, Municipalidad Provincial de Maynas, Municipalidad Distrital de San Juan, Municipalidad Distrital de Punchana, Dirección Regional de Agricultura, Dirección Regional de Energía y Minas, Gobierno Regional de Loreto, Dirección Desconcentrada de Cultura de Loreto, diario La Región, diario Pro y Contra, Universidad Científica del Perú, Congreso de la República, PEDICP y, según indicaron los organizadores, aún están en busca de otros patrocinadores porque financiar jornadas culturales es muy difícil pero que tiene que hacerse porque es la única forma de elevar el nivel de vida de los pobladores.