[Paco Bardales sobre POP]:
ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel
El personaje Esteban Dedalus es el que hasta ahora expresa con más contundencia el conflicto entre artista y sociedad. En la novela Ulises, del maestro James Joyce, el aludido entabla una sorda y sórdida batalla contra su medio y su circunstancia para no renunciar a su vocación. En el capítulo nombrado Circe esa tendencia arriba a su estallido cuando ese ser de letras propicia una batalla imaginaria contra sus insidiosos enemigos, pronunciando la conmovedora frase “No me quebrarán”. En un país como el peruano donde casi todo el mundo es aplastado en sus ilusiones escribidoras ese hecho es un drama o una tragedia. Uno de los temas más notables y resaltantes del último libro de Paco Bardales, titulado Pop, y editado por Tierra Nueva, es precisamente la agonía del escritor en un medio refractario a la escritura como que ocupa el último puesto en comprensión de lectura a nivel continental. Del libro y de otros asuntos habla el siempre generoso y talentoso autor amazónico en la presente entrevista.
Paco Bardales es un escritor. Así, a secas. Buen escritor, para mayores detalles. Ya va por su tercer libro y prepara un cuarto. POP tiene como nombre y se publica bajo el sello editorial de Tierra Nueva. Aquí sus respuestas sobre un texto que todo loretano debe leer, donde se encuentre porque si es un reencuentro del autor con la ciudad de Iquitos también debe ser el reencuentro de todos los que hemos nacido o vivido en la capital loretana.
Este es tu tercer libro pero podría considerarse una versión nueva de IQT Remixes…
Creo que sí, básicamente porque vuelvo al método de recopilar artículos, notas, ensayos y textos desperdigados en mi archivo personal para recrearlos y darles un nuevo sentido. Las once historias que quedaron, que yo no sé si llamarlo crónicas en el sentido estricto del término, en todo caso hablan de una selección que intenta trazar un camino, mental, geográfico y sentimental, del redescubrimiento de alguien que quiere convertirse en escritor con la ciudad donde inicio su aprendizaje vocacional.
Qué capitulo te ha costado más trabajo elaborarlo desde el punto de vista de la escritura…
Hay un gran capítulo, llamado “Evangelio del Caos”, que incluye información y reflexiones sobre temas que en lo personal han sido muy importantes para la historia iquiteña: el apogeo cauchero y el genocidio indígena, los sucesos del 24 de octubre de 1998, la destrucción del ex palacio municipal y la debacle de las manifestaciones culturales. En varios casos fue sublevante, doloroso e intenso enfrentarme con la realidad y tratar de plasmarla en el libro sin tener que mandar al carajo la memoria y el trabajo literario.
Por qué el libro comienza en Lima y termina en Iquitos con un paso previo por Pucallpa, es para graficar el aislamiento o fue casualidad…
Aquel capítulo, llamado “La Tierra del Olvido”, significa el retorno a la ciudad. Era un tránsito que en algún momento hice, no solo porque necesitaba hacerlo sino, porque en ese momento no tenía dinero para un pasaje aéreo. Fue un reencuentro con la verdadera selva, pero también con el Perú. Fue también una reconciliación real con el Iquitos concreto. Andábamos como que peleados, porque creía que todo lo malo de verdad era muy importante. Estuve equivocado, desde luego, pero no me di cuenta hasta ese momento. Una ciudad es mucho más que malos momentos o malas autoridades coyunturales.
El capítulo referido a Gino Ceccarelli es uno de los mejores logrados, compartes esta opinión…
Un día, Gino Ceccarelli, que no solo es mi amigo sino uno de los mejores artistas plásticos que yo conozco, me dijo: “hagamos una biografía realista mágica”. Y eso fue lo que salió: el hijo alado de la magia amazónica. Es uno de los textos que se escribieron con mucha locura literaria, además de cariño y vocación por hacer justicia. Gino es un gran pintor, pero una mejor persona, y es justo que eso se sepa.
El capítulo referido a la gastronomía parece un recorrido por los sabores amazónicos pero no se incide mucho en los cocineros, ¿por qué?
En principio, y esta es una primicia, porque he empezado a escribir un libro, que es más bien una suerte de guía de la gastronomía amazónica. En el libro me encargo un poco de hablar de espacios, de sabores, de momentos muy específicos. Es, como se diría, un aperitivo: apuntes diversos sobre momentos concretos de mis mejores momentos con platillos amazónicos. Comer es una experiencia maravillosa, porque no solo implica el sentido del gusto, sino a veces la memoria y el sentimiento. Ojalá podamos hablar de un modo más amplio y técnico de todos aquellos hombres y mujeres que hacen posible esto.
Cuando abordas el ascenso de CNI en una parte se nota una vena de narrador deportivo que se entusiasma con las jugadas y un poco que metes al lector en la cancha, como autor coincides con esta apreciación…
Amar al CNI es un homenaje a mi ciudad, a mi padre, a mis familiares, a mis amigos, con quienes íbamos al Max Augustin, con quienes fuimos felices alentando a la Furia Charapa, que nos entristecimos con la baja, en 1992, que gritamos eufóricos el retorno a la profesional el 2008, que salimos a celebrar en esa caravana de más de treinta cuadras. Gran día aquel. Gran equipo, el CNI. Ojalá vuelvan tiempos mejores.
Cuando te refieres a la vida nocturna en Iquitos dices sin ambigüedades que en la discoteca Noa se consume harta droga, esto no puede ser perjudicial para la ciudad…
En ese capítulo, titulado “Confesiones en una pista de baile” en verdad hablo de un momento específico, y con alguna gente específica. De ninguna manera digo que el Noa, un lugar por el cual guardo enorme cariño, promueve ni vende drogas a sus asistentes. No me consta. Lo que sí me consta, y harto, es haber visto pasar hartos papelitos y esnifadas en clubes sociales de gran prestigios, en reuniones dignísimas, hasta en baños de algunos centros académicos. Ahora, eso no tendría por qué ser perjudicial de por sí (salvo para el cerebro y la salud de los consumidores). Más perjudicial para una ciudad es por ejemplo, el lavado de plata en actividades del narcotráfico. Y la verdad es, sin hipocresías, simple: somos una ciudad que ha vivido y aún vive con el fantasma del lavado sin poder solucionarlo.
En los capítulos sobre la época del caucho y el cine siempre acudes al pasado y terminas en el presente con datos históricos precisos, sientes que eso engancha al lector…
Creo que es importante apelar a nuevas técnicas y estilos narrativos para enganchar con el lector. En una época en lo que todo es visual, y donde la cultura se ha democratizado y los referentes son variados, en que la información corre a velocidad supersónica, resulta importante poder armar un sistema que permita a ese lector, hipervinculado e interconectado, no pierda el placer de la lectura sin dejarlo agotado, extraviado, sin ganas de profundizar y no perder la dinámica y el sentido de las nuevas realidades.