El Robinson Crusoe de estos tiempos puede ser un bípedo alejado de las nuevas tecnologías y de las llamadas redes sociales. Un ser arisco, gruñón y alérgico a estar metido en la red de redes. Que huye del Facebook, Twitter y otras invenciones del mundo virtual que demuestra la soledad de estos tiempos y que devora el lado crítico que debemos tener. El en su propia isla, feliz y desinformado, vale señalar que la mucha y la abundante información que nos llega a diario está en la categoría de bagatelas (como las noticias que recopila y reseña Yahoo noticias, como el trasero o el vestido de tal o cual cantante o famoso de medio pelo). Saboreando el agradable risotto que ha preparado y bebiendo un copa de vino tinto. Alejado del desaguisado de las noticias que escupe el televisor o la radio, de tertulianos y tertulianas que repiten los que les han ordenado. Lo imagino con un rostro parecido a Samuel Beckett pero tropical, y recluido en su habitación leyendo o escribiendo un diario o simplemente observando y reflexionando, como es el buen ocio. Mudo ante el exceso de bulla. Dándose una siesta para tomar fuerzas. Este hombre en estos tiempos desnortados que vivimos sería una quimera, una excepción. Estos días por diferentes razones el móvil se me estropeó y tuve que llevarle para que lo arreglaran, y estuve (feliz) como cinco días sin ese bendito aparatillo que puede ser una fuente de ansiedad y mucho estrés. Estos días la he pasado la mar de bien “desenchufado”. Sin contestar SMS o watsap (que en el fondo nos generan falsas necesidades). Me ha venido bien y se puede vivir sin teléfono móvil y sin redes sociales. Hay que reivindicar a ese recoleto que huye de la masa, de la masa acrítica. Salud, el risotto es una delicia como diría S al llegar a casa.
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