Equipaje de mano
Bajo estas épocas de escombros hay sacar tiempo para leer, es un axioma en estos períodos difíciles. La lectura se ha vuelto imprescindible para blindarnos de la mentira que ingresa a la casa por los medios digitales o la caja boba. Hay que hacer una dura y exigente criba para que tal o cual noticia entre a tu hogar. Admito que he dejado de comprar las ediciones impresas de diarios por una resistencia al mal periodismo de estos tiempos [están plagados de racismo, de colonialismo edulcorado y muy simplones]. Huele muy mal [huyo de los diarios deportivos españoles, son malolientes, todos los días los futbolistas hacen historia ¡que estupidez!]. Así que acudo selectivamente a los medios digitales porque te dan la oportunidad de solo mirar los titulares y asunto cerrado [alguien decía que los diarios son una banalización de la historia y no le falta razón]. Te olvidas de ellos que por lo general son noticias mal abordadas; las noticias sobre la inmigración ponen los pelos de punta por sus gramos xenofobia y racismo. Por eso hay que rebuscar lo que opinan ciertos [y muy selectos] columnistas sobre la grisura de la realidad. Cada día las posiciones de los diarios son más patéticas de cara a un Estado donde cada hora el poder desmantela los derechos fundamentales de la persona, en un contexto donde se impone a martillo el capitalismo hard y bruto. Por eso el mejor escudo contra esta embestida de estos Atilas de la nada es refugiarse en una buena lectura. Leía hace poco que la elección de una buena lectura [no cualquier lectura] activa zonas del cerebro que remueven los pensamientos e implican intelectualmente a los lectores y lectoras. Cultivan la empatía. No es lo mismo leer Herzog de Saúl Bellow o una novela de Cortázar que la saga de vampiros y otras naderías. Por eso antes de refugiarse en la lectura hay que enterarse bien sino te puedes llevar un producto tóxico en la mochila.
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/10/03/actualidad/1380813488_251183.html
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