Quizás nunca haya escuchado esta par de palabras juntas: “push poll”. Es una composición de dos palabras inglesas que traducidas significarían “encuesta con datos forzados” con el propósito de favorecer  una postura o una opción, o, de dar un “empujón o apuntalar una preferencia utilizando un sondeo o algo que se parezca a un sondeo”. En países de habla inglesa y en varias naciones como México, “push poll” es un término empleado para categorizar los estudios que se disfrazan bajo el manto de la literatura y la metodología estadística con el objetivo de manipular a la opinión pública.

En realidad, las “push polls” son una forma de propaganda política, una herramienta no convencional de campaña electoral, una poca desvergonzada manera de manosear cifras o de esgrimir porcentajes ficticios para impulsar la candidatura o el posicionamiento de quien las contrata. Precisamente, por ello, en un buen número de países la legislación las prohíbe estrictamente y las sanciona ejemplarmente pues es una práctica que configura un delito contra le fe pública, una fechoría que atenta contra la confianza popular, una agresión inaceptable a las reglas del juego democrático; sin embargo, en otros lugares, -caso de Perú-, sólo se consideran acciones poco éticas, simples faltas que se pasan por alto, razón por la cual gozan de impunidad.

Las “push polls” son de dos tipos. El primero de ellos es la que presenta un cuestionario escrito con preguntas sesgadas a favor del contratante enfatizando sus puntos fuertes y dosificando sus puntos débiles. Por ejemplo, un punto que la población puede ver como “fuerte” es el supuesto “genuino interés” o “preocupación” del candidato por los electores más necesitados, y con tal fin, las preguntas se orientan a que el elector recuerde al susodicho cargando tubos de desagüe, techando casas, orando en público a viva voz y con lágrimas en las mejillas, amarrando juanes, repartiendo bolsas de arroz en medio de la desgracia humana, haciendo teatro tirándose al río con fingida emoción, etc. En cuanto a los puntos débiles, que podrían ser la falta de una propuesta integral de gobierno o la honestidad del candidato, en las “push polls” estas preguntas se orientan delicada y calculadamente, y luego se superan difundiendo spots en los que en treinta segundos se ofrece de todo, para todo el mundo, en todos los tonos y a todos los gustos.

Como se puede ver, este primer tipo de “push poll” es sutil para efectos de la promoción electoral, pero el segundo tipo sí que es descarado, insolente, vulgar. En éstas, las cifras sencillamente se inventan, en grave desmedro de la cientificidad de la metodología, de los diseños, de la estadística en toda su extensión; y, por supuesto, haciendo perder la credibilidad en las verdaderas encuestas y en las empresas que han ganado prestigio por la seriedad de su trabajo y la certeza de sus resultados.

Por eso, frente a la abundancia de “push polls” en la región, considero que se debe auditar no sólo la realización de sus encuestas (metodología, diseño, cuestionario), sino que sería bueno supervisar si éstas efectivamente se han aplicado, ya sea en la muestra o en parte de ella, información que garantizaría transparencia, honradez y responsabilidad. Esta propuesta de supervisión no es novedad, puesto que las empresas que realizan campañas de marketing publicitario lo hacen con sus encuestadores y/o con las empresas que ellas contratan para realizar un determinado estudio.

Y por qué no ser limpios también con el financiamiento de las encuestas,  ya que eso del autofinanciamiento es un mal chiste. Uno de los obstáculos para conocer el dinero y el interés que mueve las “push polls” es que el verdadero contratante se enmascara en un medio, en un periódico, en una oenegé, etc. Uno se pregunta: ¿de dónde obtienen los contratantes el dinero para financiar sus “estudios de investigación de preferencias electorales” faltando más de un año para las elecciones?. Es importante que se sepa, puesto que podría provenir del narcotráfico, la corrupción, las entregas amañadas de contratos, las sobrevaloraciones en obras y adquisiciones de bienes y servicios, las repartijas monetarias o los increíbles “aportes” de “militantes”.

En el círculo propagandístico en que se mueve una “push poll”, aquel nunca estará completo si la encuesta no se publica, sino se la grita a los cuatro vientos. No tiene objeto que se elabore una propaganda y que no se difunda, por eso es que los “resultados” de una “push poll” se vociferan con mucha parafernalia que incluye anuncios estridentes, música de fondo, comentarios engolados por parte del medio o periodista contratado, etc., todo lo cual, como es obvio, cuesta bastante dinero. Aquí cabe resaltar el papel de las “push polls” como propaganda política, pues gran parte del electorado vota por inercia cuando machaconamente le dicen quién va a ganar “si mañana se realizarían las elecciones”.

En México, en la última elección presidencial, según las “push polls”, Peña Nieto tenía una ventaja de 23 puntos sobre su oponente López Obrador, y esa cifra se repetía incansablemente; al final, la imaginaria diferencia fue de sólo cinco puntos en la realidad. Igual sucedió con la elección regional última en la que Iván Vásquez, según sus “push polls”, tenía 57% de intención de voto, aunque después la realidad de las urnas indicó que apenas había pasado el 30%. Era evidente que ese porcentaje de 57% no existió nunca, pues, como ya dijimos, sirve para inducir al votante a apoyar al candidato que tiene el suficiente billete para financiarlas.

Actualmente, hay otros discípulos suyos que se autoproclaman los preferidos del electorado mediante sus “push polls”. Algunos se ponen hasta 55% de aceptación cuando en la realidad no deben pasar ni del 10% a pesar de la millonaria inversión que están haciendo en casi tres años de campaña. Es que en las encuestas, como en otros temas, a los angurrientos electoreros siempre se les va la mano.

3 COMENTARIOS

  1. Cesar Hildebrand las llamó putiencuestas, esas que se usaron mucho en el fujimorato y que Alan las elevó al nivel de institucion tambien como Goebels, engañar al pueblo.

  2. Push poll o encuestitis,es lo que prima hoy por hoy en Loreto que no solamente es un acto punible y que el Jurado Nacional de Elecciones debe sancionar a estas seudo-encuestadores con la mas drástica sanción por atentar contra la fe publica.

  3. CUANDO YA SE TERMINARA ESTA OBRA MILLONARIA DEL ALCANTARILLADO, ES QUE YA QUIERO VERLA FUNCIONAR Y VIVIR EN LA CIUDAD DE LAS MARAVILLAS.

Los comentarios están cerrados.