Empezó el desborde
Los conflictos sociales que actualmente vive el país, desde Conga en Cajamarca hasta lo de Espinar en Cuzco pasando por el Lote 64 Talismán Loreto, Inambari (Puno) Tía María (Arequipa), Shoungang (Ica), Morococha, (Junín), etc… se iban a presentar con Ollanta o sin él. Si hubiera triunfado la propuesta de los Fujimori, seguramente estos conflictos se hubieran agudizado y tal vez habrían más muertos. Es tonto creer que con la supuesta mano dura de un gobierno de derecha no hubieran germinado o de haberse presentado estos habrían sido bien controlados mediante la represión.
Lo que sí podría ser una sorpresa en varios sectores del gobierno es que estos conflictos se hayan presentado antes de lo que tenían previsto. Para nadie es duda que los departamentos donde se están presentando más radicalmente estos enfrentamientos que ya suman 16 muertos en el corto periodo de diez meses de Ollanta Humala, son los departamentos que más votaron por el nacionalismo.
Sin duda la decepción masiva puede ser un combustible mayor para aumentar la ira social, pues en todas estas regiones se prometió cambiar radicalmente la situación y relación que tenían estos pobladores pobres con las mineras. Independientemente de la viveza y aprovechamiento dirigencial y político de las revueltas, acá hay una profunda decepción social que pensó que Humala Tasso llevaría a palacio de gobierno una bandera multicolor y no necesariamente aquella que representa un lado del capital.
El gobierno pensó que ponerle una tarifa más alta a través de las regalías y el diezmo minero iba a satisfacer la enmarañada y variada problemática social que se vive en provincias y particularmente en lugares donde existe la extracción de minerales. Esa decisión y su propaganda, no ha durado ni un semestre, no sólo porque ni se ha ejecutado la totalidad de ese presupuesto sino porque se lo ha presentado como la solución a la financiación de grandes proyectos cuando la solución en provincias partía por una economía más doméstica.
Conga más que un aviso para el gobierno y la gran empresa minera, era una enseñanza final que requerían algunos sectores donde el conflicto siempre ha estado latente y sólo dependía de una minúscula chispa para encender la pradera. Aunque los dirigentes en Espinar, como lamentablemente sucede en varios lugares donde la manipulación es generalizada, mantenían la situación en aparente calma, esto en realidad se soportaba en prebendas a un minúsculo grupo que se vieron desbordados una vez que un gran sector de la población se reflejó en la problemática de contaminación de Conga, que también es evidente en la provincia cuzqueña.
Lógicamente que los malos dirigentes, que a veces no tienen ni patria ni color, volvieron a su discurso anti minero y las autoridades no les quedó otra que encabezar la protesta, un tanto porque no hay otra salida para ellos, otro tanto porque el rédito político en estas asonadas los va llevar a sobrevivir más tiempo, electoralmente hablando.
Y la excusa perfecta para todo este zafarrancho que se ha armado a nivel nacional, se ha originado en el gobierno, pues no son los Rimarachín, en el caso de Cajamarca o los Coa en el caso del Cuzco, los culpables. La decepción parte desde un gobierno que se conduce con el denominado piloto automático desde hace años que además ha envalentonado más a la masa. No son los indicadores sobre el desarrollo que mienten, es el Estado sin reformas ni parpadeos que conduce un gobierno sin sobresaltos en el manejo económico los que determinan la diseminación de estos conflictos.