El extraño y escurridizo fantasma que apareció en una institución iquiteña no se quiso ir más. Había decidido quedarse en su rincón de siempre, provocando el miedo entre las personas que frecuentaban ese lugar. Luego el fantasma salió a recorrer otros lugares, causando un impacto negativo entre los que tenían terror a seres del más allá. En su caminar el fantasma era esquivo y movedizo y se deslizaba flotando sobre el aire. Así estuvo un tiempo, apareciendo y desapareciendo, hasta que arribó el tiempo de las lecciones. Nadie podía sospechar que el fantasma fue atrapado por la ambición y la angurria política. Lo cierto es que se materializó una tarde y apareció un cartel donde anunciaba su candidatura al Congreso. Era la primera vez que un fantasma buscaba conquistar su escaño y para convencer al electorado regalaba cajitas de fósforo. Eran cajas pequeñas que mostraban el rostro esquivo y ambiguo del fantasma que quería su curul y que pronto se convirtieron en el objeto más preciado de los posibles electores.
El fantasma llenó de cajitas de fosforo las casas de la ciudad, de las aldeas alejadas y luego hizo un concurso de fuego entre la gente. Fue así como apareció la chispa repentina que era provocado por los que usaban esas cajitas como diversión. Eran millones de cajitas que dejaban escapar sus llamas cuando alguien predía el fósforo. Esa llama que salía de repente se convirtió en el juego predilecto de miles de personas que estaban decididos a votar por el candidato fantasma. Pero el día de la votación la suerte se torció y casi nadie voto por ese candidatos que había aparecido desde el más allá. De manera que el fantasma no obtuvo su escaño. La derrota le sumergió en una gran depresión y le hizo exigir a los demás que le devolvieran las cajitas de fósforo. Comenzaron ahí los problemas porque nadie quiso devolver esos regalos de la campaña que había pasado. Entonces el fantasma hizo un descomunal juicio a los que no querían devolver las cajitas.
En esos estamos ahora y la prensa de todo el mundo sigue el caso mientras el fantasma amenaza con traer más cajitas de fosforo para postular a la presidencia de la república del Perú. La gente se ilusiona con ese candidato sobrenatural y piensa que un ser de esa magnitud sería un buen gobernante ya que haría su jornada guiada espiritualmente por seres de alta jerarquía que viven en las regiones etéreas.