EL TRAGO DIARIO

Es muy difícil creer que el lejano  país de Moldavia ocupe, hoy por hoy, el primer lugar de consumo de licor en el mundo, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, nombre que nada tiene que ver con esa palabra mágica pronunciada en los bares mientras se estrellan los garrafones, las botellas o los vasos. Porque los atentos encuestadores, los sesudos estudiosos de ese mal contemporáneo, no han arribado cualquier día a la sedienta, jamonera, parrillera, fiestera y licorera ciudad de Iquitos. La afición por la bebida desborda todo límite y frecuenta el delito. De parte de ciertos propietarios de tabernas, discotecas, huariques, puntos y otros locales letales para la salud pública, que se zurran en las leyes o dispositivos como acaba de evidenciar la portada de este diario del día de ayer.

La improbable garganta de lata existe en esta urbe que no se contenta con el fin de semana para beber las aguas con los amigos, para relajarse después de no haber hecho nada sino repetir la rutina de siempre, pues se puede tomar de jueves a domingo. El feriado más largo que los cortos días laborales es decadencia y no expresión de júbilo desbordado, de ánimo extremado, de vitalismo imparable. Un pueblo vigoroso no necesita de copas o vasos para vivir.

Los bares ilegales son la expresión más acabada de la crisis cívica que afecta a la ciudad, donde nadie puede hacer nada para detener, controlar, la sanguínea irrigación de tanto licor fuera de la ley. Un ejemplo contundente: el local del Pardo sigue funcionando donde se encontraron incontables menores de edad chupando como en sus corrales. No pasó nada en realidad y la fiesta puede seguir. No es cierto, por otra parte, eso de que beber en exceso es dañino. Beber más de lo debido es el inconveniente. La OMS, donde es lógico que existan sus mamadores de licor, pero controlados, recomienda moderación en el seco y volteado. Un  trago diario es saludable. Nada más. Un trago modesto para no perder la costumbre, para seguir en la brega y para no ser uno de los dos millones y medio de personas que mueren cada año por abusar del licor.