ESCRIBE: Jaime A. Vásquez Valcárcel
Todos deberíamos acceder a los periódicos viejos. Deshojarlos, ojearlos y percibir ese olor de tinta tipográfica y de papel deshaciéndose en las manos es un ejercicio de memoria. Lamentablemente, desde las redes sociales no accedemos con facilidad a ellos. Sin embargo, eso no impide que podamos leerlos si nos damos una vuelta por las hemerotecas públicas. Así he revisado los archivos periodísticos de junio de 1921, qué añito aquel, especialmente de «El Oriente», ese diario iquiteño que, vaya épocas, tenía una edición de la tarde.
Releyendo esas páginas publicadas hace 104 años me he topado con una nota de actualidad, que bien podría ser publicada hoy, con los cambios estadísticos propios, y que en el fondo confirman que los males iquiteños son siempre los mismos, con protagonistas distintos. Si bien el recorte se refiere a las celebraciones por el Centenario de la Independencia, similares situaciones se vivían por la Fiesta de San Juan. Por lo demás, Iquitos siempre ha sido una fiesta y un lugar donde la chismografía ocupa un lugar primordial, la que convierte a la Isla bonita en una igualita a otras de su género.
Lean este texto de junio de 1921:
«La Comisión de Fiestas presidida por el alcalde -que ya se ausentó- ha malversado sesenta libras, obsequiándolas a la tipografía de “La Razón” de propiedad del alcalde, so pretexto de editar una guía de Iquitos, que ningún fin práctico hará llenar y que además representa un gasto excesivo.
Más aún, tratándose de tal impresión, si se creyó necesaria y útil para el fin que se persigue -celebrar el necesario- no creemos que, el procedimiento usado, sea correcto, pues debió pedirse propuestas a las varias tipografías que existen en la localidad, tanto para obtener una obra digna de ser presentada como para que se lleve a cabo por precio equitativo.
Sin embargo, el señor alcalde propuso que se hiciera y que se diera ese trabajo a “La razón” -tipografía de su propiedad- por sesenta libras peruanas, lo que se aprobó con el voto del administrador de dicho taller, que también forma parte de dicha Comisión de Fiestas. Esto es incalificable.
Los dineros destinados a la celebración del centenario, no deben invertirse en otros fines; sin embargo, vemos que se emplean en usar, bajo un pretexto baladí, algo que no es sino una pantalla, un obsequio a la tipografía del señor alcalde, y conseguido esto, que también es lo único hecho por la Comisión, se ha ausentado de la localidad, dejando la Alcaldía y la presidencia de la Comisión de Fiestas, para ir a ocupar la curul ante el Congreso Nacional.
Abrigamos la presunción de que los señores de la Comisión harán devolver ese dinero, que no debió ser abonado, sino previa entrega del trabajo, que nadie conoce en qué consiste y que, teniendo en cuenta el número de ejemplares, va a costar seis soles cada uno».
Ya pasadas la Fiesta de San Juan, olvidadas las de Carnaval, nos preparamos con igual desorganización a celebrar la fiesta de San Pedro y San Pablo, después vendrá Santa Rosa, el Señor de los Milagros, San Martín de Porres, Navidad y así sucesivamente, donde el santo es el pretexto, pero es lo que menos importa.