Desde hace varios semanas la empresa del agua potable viene repartiendo a los distintos usuarios ollas, baldes, tinajas, timbos, porongos, damajuanas, tazones, pates, pocillos y tantos otros objetos que pudieran albergar agua. Es el momento esperado, el instante supremo, de acabar para siempre con los cortes y otras falencias de ese pésimo servicio. Los usuarios no pueden seguir así, sufriendo diariamente el calvario, renegando en vacío, maldiciendo en vano, y, todavía, pagando cada mes por un servicio que no reciben.
En vista de ello los altos directivos de la empresa fluvial decidieron realizar investigaciones estudios, encuestas, pericias técnicas, para solucionar de una vez por todas los históricos inconvenientes del servicio fluvial. Los informes redactados indicaban que lo único que queda en el mundo es propiciar el consumo de agua de lluvia. El servicio de agua de lluvia tiene varias ventajas comparativas en relación con el agua potable, y puede ser juntado gratis. El único inconveniente es esperar el arribo de la lluvia.
La empresa determinó que todos sus trabajadores y unidades distribuyeran los envases en el término de la distancia. La labor ya se ha completado y los usuarios cuentan con sus envases distribuidos en sus domicilios. No podemos dejar de decir que esos sufridos y castigados usuarios están ansiosos, esperando que pase la ola de calor de estos días, estación que perjudica grandemente a los ciudadanos de ambos sexos. En sus rostros, en sus gestos, se puede ver la esperanza que les guía en esta hora decisiva. Es posible que nunca más volverán a sufrir las calamidades de un mal servicio pues tendrán agua en abundancia. Agua de lluvia gratis y a discreción. En la ilusión colectiva hay la idea de que mañana a más tardar caerá una torrencial lluvia que será una liberación de la desgracia del pésimo servicio de agua potable.