Qué triste es el primer adiós, sí pero tarde o temprano la vida nos da una segunda oportunidad. Decía Antoine de Saint-Exupéry “Al primer amor se le quiere más, a los otros se les quiere mejor”. El psicólogo estadounidense Robert Epstein, asegura que el segundo amor es mejor que el primero.
Un amor maduro es benéfico para la salud. Las relaciones son más serenas y el sexo más satisfactorio. No cabe duda que la práctica hace al maestro. El segundo amor halla un buen equilibrio entre la cabeza y el corazón.
La principal diferencia entre el primer y segundo amor se halla en el nivel de intensidad de nuestras emociones. Los más jóvenes se entregan hasta la saciedad y pierden la perspectiva.
El primer amor engancha y esta idealización del amor romántico puede llevar, en ocasiones, a que resulte complicado abandonar una primera relación. Pero después de la tormenta siempre llega la calma y ahí está el segundo amor.
En teoría, en esta segunda etapa somos personas más maduras en todo sentido, así que podemos captar con facilidad si alguien es o no el indicado. O por lo menos mejor que el anterior. Ya hubo un trabajo a nivel individual y, sin duda, la pareja se verá fortalecida.
No se trata de un clavo saca a otro clavo, más bien se trata de poner en práctica todo aquello que aprendimos. Pasada la etapa de duelo del primer adiós, tuviste tiempo de conocerte pero, sobre todo, de amarte. Ahora sí, de vuelta al juego.
Claro que más sabe el diablo por viejo que por diablo y el tiempo todo lo cura. Según una encuesta británica, se disfruta más de las relaciones amorosas y sexuales a partir de los 40. Quizá todos tenemos un alma gemela, quizá no pero lo bailado nadie te lo quita.
Si el segundo amor es mejor, imagínate el tercero (y los que siguen). Nunca es demasiado tarde.