El aparatoso secuestro del símbolo partidario de Jorge Mera, aquella persona disfrazada con cresta roja, pico curvo, alas volátiles y otras imitaciones galleras, fue un episodio digno del mambo electoral o del desmadre bananero política. El hecho ocurrió faltando pocos días para el 5 de octubre del 2014. En la reconstrucción del luctuoso suceso, se determinó que en la mañana del 23 de setiembre apareció en la vereda del domicilio del líder de los gallos o gallitos el ciudadano disfrazado de garañón corralero. La manifestación proselitista se iba a realizar en el extremo oeste de la ciudad, pero antes ocurrió la desgracia.

De pronto, en el ruidoso e infernal tráfico vehicular, surgió un auto con las lunas polarizadas de donde descendieron 5 sujetos armados hasta los dientes, encapuchados con máscaras carnavaleras que alzaron en vilo al disfrazado, lo depositaron en la maletera y huyeron con rumbo desconocido, disparando al aire con sus metralletas último modelo. Las pesquisas en antros del vicio, las intervenciones en zonas rojas, las batidas a cualquier hora, no dieron resultados óptimos en muchos años. Nunca se supo quiénes fueron los secuestradores ni qué pérfidos motivos les impulsaron a cometer semejante delito. Las especulaciones no tardaron en aparecer, y se llegó a decir que se trató de un auto secuestro para justificar el desastroso resultado electoral.

La noticia del plagio sumió en la más honda depresión a don Jorge Mera, sin embargo. Este dejó de entrenar para lucirse esa mañana. Es decir, ya no escarbó en su sala, ni comió los granos de maíz diseminados en su huerta, ni cantó como gallo golpeando los brazos en su cuerpo. La pérdida de su partidario fue el anticipado fin de su carrera política ya que renunció a la campaña al día siguiente, dejó que sus seguidores votaran por la opción avícola, o sea por el partido del pollito y desapreció de Iquitos para siempre.