En el estado de Pensilvana se oficializó el triunfo del demócrata Jhon Biden y con esto el fin, también oficial del populismo gringo de Donald Trump. Un populismo nacionalista extraño que arrinconó toda forma tradicional del gobierno y las campañas electorales y que es una muestra clara que la superficialidad e “influencers” condicionarán no solo la vida comercial, social sino también la política, porque Trump habrá perdido por poco más de 4 millones, pero hay un enorme sector que sigue pensando como él y está cautivo para un reemplazo similar.
Lo más extraño de todo, aunque ya no sorprende ha sido el voto latino. En mayoría ha sido para el Partido Republicano incluso, según los resultados y análisis en mayor proporción que cuando lo eligió presidente hace cuatro años. Algunos piensan que es limitado encasillar como un solo pensamiento a la migración latina sobre todo el buscar su voto, un error que cometieron los demócratas sobre todo en La Florida – Miami
Y no es que los demócratas ganaron con una mayor participación en el voto, lo que ha sucedido es que los denominados independientes se han concentrado para castigar en las elecciones a un presidente que ha sido la burla internacional para los EE.UU. y la vergüenza en este país para los que piensan que su historia y poder actual en el mundo no la ha construido un tipo con un serio problema de personalidad.
Y es finamente un estado de Pensylvania donde nació la libertad, la independencia, su democracia y la unión de las 13 colonias para formar el imperio que hoy aún domina el mundo que le ha dado el triunfo a un mediano y timorato Biden. Es la indignación y las ansias de castigo político que movilizaron voluntariamente a la población para dar los resultados que ya conocemos.
¿Qué cambia eso en el espectro latinoamericano y peruano? Nada. Aún seguimos siendo el patio trasero de los “yanquis” y el futuro de nosotros nos debe hacer mirar primordialmente hacia el oriente antes que a occidente. Pero esta lección democrática debe hacer reflexionar a los nacionalismos de fantasía que aquí también anidan con diferente discurso pero con las mismas intenciones y que son fulgor y hacen cariñitos con ciertos sectores populares que se creen los discursos de algunos redentores.
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