El policía de la esquina

La celebración de Santa Rosa, patrona oficial de los policías peruanos, pasó entre  discursos, ceremonias,  vasos y botellas, festejos y otras manifestaciones de parranda. No estamos en contra del júbilo de los feriados.  Pero no podemos dejar pasar esa celebración sin decir nada sobre esa fuerza nacional que deja mucho que desear. Esa institución está entre las entidades con más baja credibilidad entre la población. No se necesita de cifras, de números o de sesudos estudios para comprender a la ciudadanía. Un solo ejemplo. El robo descarado de motos, el pago de una cantidad equis para recuperar ese vehículo, se ha vuelto universal en una pequeña ciudad como Iquitos. Y la policía no captura hasta ahora ni al campana de esa banda.

El afectado no cree en custodios del orden, en intrépidos uniformados,  y prefiere negociar con los ladrones. Descarta de entrada cualquier ayuda de los policías. No quiere escuchar esa terrible frase que si le conoces al ladrón,  manera con que los policías suelen recibir a los denunciantes. Ese tipo de delito aumenta día a día y el ciudadano tiene que pagar de la suya para recuperar su vehículo. ¿Dónde está la gloriosa policía? Desde luego, hay otras perlas que Santa Rosa no bendice desde el silencio de la eternidad. Pero no es el caso hacer un censo de ello aquí.

Lo que interesa saber  es si aquello de “El honor es su divisa” sigue siendo un lema de una policía que no da fuego. Honestamente, creemos que no. Y lo lamentamos porque ello implica que la ciudadanía está desprotegida, propensa a ser víctima  de cualquier malandrín avezado. Lo que pasó ayer en el país, asaltos, toma de carreteras y otros hechos delictivos, nos revela que es tiempo que se tomen medidas para reorganizar esa policía. Formar otra policía. Para que, por ejemplo,  el policía de la esquina, ese uniformado respetable de antaño, vuelva a ser un personaje importante en la vida ciudadana.