El país tabernero 

Los taberneros dioses que rigen los destinos del consumo del todavía minoritario chuchurrín, deben andar en desenfrenos de amanecida, en contiendas del seco y volteado. Porque una noticia de primera ilumina este 2012 que se inicia. A nivel nacional, en todo el Perú a la vez, la venta de bebidas alcohólicas  aumentará  en un 5%. No es mucho pero es una tonelada. Los sedientos peruleros, seres que beben porque pierden y porque ganan, porque les dejan o porque les encuentran,  porque si o porque no,  tienen entonces 365 días, con sus feriados largos, para anotarse otro poroto en lo malo. Así las cosas corremos el riesgo de dejar de ser un  país de cocineros, peloteros y escapistas, para alcanzar el denigrante titulo de país tabernero. El incremento bebedor  nos toca directamente.

Desde su tragoteca personal, desde el centro de cualquier espumoso licor,  el señor Emilio Espinoza, espirituoso presidente del flamante y glorioso Comité de Importadores de Vinos, Licores y otras Bebidas, informa que en provincias la cosa ira mejor que el año pasado. No mencionó alguna cifra, pero suponemos que para que las ventas aumenten en el sediento Iquitos las fiestitas tendrán que ser de lunes  a domingo. Además, los bebestibles iquitenses  tendrán que coincidir con el escritor Manuel Scorza quien decía que si el trago molesta tu trabajo, deja el trabajo. 

A la franca, nadie está  en contra del achispamiento que trae consigo el aperitivo, las heladas decentes, la celebración sin desbarajuste. Pero nos parce raro, por decir lo menos, que seamos tan eficaces en el vicio. No se requiere mayores luces para ser un gran chupador o un consumado fiesterillo, desde luego.  ¿Por qué nos va tan pésimo en lo bueno? Uno esperaría que este 2012, se beba o no se beba cada fin de semana, claro indicio de alcoholismo,  dejemos de ser últimos en comprensión de lectura, primeros en embarazos prematuros y adolescentes, uno de los punteros en la peste rosa.