El día de la liberación de Demetrio Chávez, alias “Vaticano”, nadie pensó lo que haría lejos de las rejas. Sucedió que luego de salir del penal limeño el aludido se dedicó a recolectar firmas para fundar un partido político. En poco tiempo logró inscribir a su partido ante la entidad electoral correspondiente, y, sin decir agua va, se lanzó a la campaña por la presidencia de la republica peruana. Era una novedad que ese antiguo narcotraficante tratara de conseguir el máximo cetro del poder. Su presencia no dejó de promover dudas y críticas de parte de un grupo que ciudadanos que creían en la limpieza de los actos.
Al principio, las encuestas no daban ninguna cifra a Demetrio Chávez. Este parecía uno de esos candidatos condenados al olvido y al ostracismo. Luego, poco a poco, fue apareciendo en las intenciones de voto. Después comenzó a subir como la espuma. Nadie se explica qué pudo suceder para que el electorado viera en el “Vaticano” a su candidato favorito. Algunos analistas sostienen que su plan de gobierno fue decisivo a la hora a captar a los votantes. El plan es bastante simple y consiste en convertir al país en una república dedicada al sembrío y cosecha de marihuana. La marihuana no será vendida en bruto, sino que tendrá un valor agregado, lo cual le hará más costoso en el mercado internacional.
Para que no queden dudas sobre la eficacia de su plan, Demetrio Chávez muestra cada vez que puede una parcela cubierta de hojas verdes. Se trata de un sembrío de marihuana de excelente cepa y mejor aspecto que es como su carta de presentación. Se supone que dentro de poco se tendrán cigarros hechos en base a tabaco y marihuana de la buena. Se sabe también que expertos biólogos buscan sacar los componentes necesarios para el uso en la farmacología.