ESCRIBE: Jorge Nájar.

Se ve, se oye y se recrea la historia del pueblo oculto entre las sombras del ruido oficial. Eso sale a luz con tan sólo observar los 24 componentes de la más reciente exposición de Fanny Palacios en la galería limeña Sérvulo Gutiérrez. Se trata de Miradas de resistencia. Y ante esas miradas uno se confronta con las convicciones de su autora: elevar al primer plano el mundo popular y salvarlo del anonimato. Con más de tres décadas en los trajines de la pintura, Fanny Palacios Izquierdo es una experimentada artista plástica que representa una manera de entender e interpretar la compleja realidad del país.

Los lienzos llevan el sello de sus pinceladas intensas, y detrás de ellos se adivina no solo las convicciones señaladas sino también años de estudios e investigación, motivados por el interés de reflejar artísticamente la vida de los héroes anónimos en la sociedad peruana. Sus trazos, escenarios y personajes –mujeres, trabajadores, músicos, obreros, adultos, ancianos, niños, jóvenes, etc.– nutren las miradas de sus héroes cotidianos.

Entre ellos destacan los ojos, las sombras y las miradas, las luces y los rostros, las composturas y la fuerza de convicción de sus personajes. Súmese a ello la opción de los colores. Como si todos fueran componentes de un gran lienzo, allí están ellas avanzando por los senderos de la vida, dando testimonio de coraje y esperanza, expresando la fuerza colectiva, la intensidad de los sikuris y la dignidad de las vendedoras de flores y alimentos a orillas de los caminos. El espectador no solo visualiza todo ese universo, también puede adivinar sus voces entonando “Flor de retama”, el himno popular contra la represión y la violencia armada.

En medio de esa multitud se yergue la imagen de Doña Melchora Balandra y, gracias al azul intenso que la rodea, se adivina el mar de Chorrillos en las inmediaciones del Morro Solar. Así emerge en la mente del espectador toda la historia de la resistencia popular peruana condensada en estos 24 óleos.

Ella, Doña Melchora, la madre de José Olaya, para mí, ocupa el plano central de esta Sinfonía. Ella, la madre de José Olaya, el mártir que dio su vida por la libertad e independencia de nuestra patria. Fue una heroína anónima pues toda su acción fue la de guardar fidelidad a la causa patriota, no confesando, ni siquiera en los momentos en que la vida de su hijo estaba en peligro.

Nadie, hasta que llegó Fanny Palacios, se había ocupado nunca en recordarla de manera tan nítida.

Y en uno de los ángulos del gran fresco de la resistencia popular, nadie podrá olvidar la intensa melodía de Don Maximo Damián (San Diego de Ishua, 20 de diciembre de 1936 – Lima, 12 de febrero de 2015), violinista, cultivador de música ayacuchana tradicional. Se volvió célebre por su amistad con J.M. Arguedas.

Se ve, se oye y se recrea la historia del pueblo oculto entre las sombras del ruido oficial.

Eso ha salido a luz, mientras estaba inmerso en “Miradas de Resistencia”, la más reciente exposición de Fanny Palacios Izquierdo.