El muro en la ruina
El municipio de la cercana ciudad de Nauta, a orillas del Marañón, cerca a la confluencia que origina el maravilloso Amazonas y un poco lejos del mirador turístico que se cae a pedazos, va a construir su segundo centro cultural. En lo que va de este año, estará concluido para responder al fervor o hervor de las manifestaciones artísticas de la población de por allá. Eso es una de las cosas mejores que puede hacer un alcalde de cualquier parte. En la ciudad de Huancayo, su reciente biblioteca tiene 4 pisos y un equipamiento moderno que nada tiene que envidiar a nadie. La Plaza de Huamánmarca se puede ver en toda su dimensión desde el último piso. La Plaza de Armas de Iquitos no aparece ni partida por la mitad cuando se le contempla desde el pavoroso vacío, el terrible desastre, la brutal ruina, donde antes estaba la Biblioteca Edil y otros ámbitos.
Cuando, cándidamente, se pensaba que el burgomaestre viajero, baqueano, aventurero, itinerante, turista externo, hacía alguna gestión millonaria y dolarada para construir algo decoroso en ese espacio abandonado, nos agarra la ingrata noticia de que un particular va a levantar un muro para su cochera o sus hamacas para su siesta. Increíble, Inaudito. Desolador. Los regidores, en denigrante faena, entregaron el terreno como si se tratara de una chacra remontada, una restinga intrincada.
Es inconcebible que en una ciudad donde la infraestructura cultural es una o varias calamidades, un municipio no haga nada en un espacio donde se podría levantar hasta un mega centro cultural, una biblioteca moderna, un teatro como en otras latitudes, un centro para folcloristas, un archivo único, un museo de todas las memorias. O aunque sea un tambo para guarecerse cuando llueve. ¿Cómo construye infraestructura cultural el alcalde Darwin Grandez? ¿Con la de quién hace obras? ¿Con un plus que le regala Bill Gates? ¿Las autoridades huancaínas tienen dos cerebros y más presupuesto que la alcaldía de Maynas? ¿O todo es posible gracias a la capacidad de gobernar?