En momentos en que los acomodados y comodines de siempre lanzan teorías explicando el aporte que dieron al triunfo de uno u otro candidato/a hoy convertido en congresista o, como huachafamente los llaman, “padres de la patria” es importante hacer un alto en el camino para analizar a los que siendo los mejores han perdido estripitosamente la posibilidad de llegar a lo que, también, huachafamente, se denomina “primer poder del Estado”, afirmación que muchos atribuyen al fundador del APRA, Víctor Raúl Haya de la Torre.

Dicho sin ambigüedades: el mejor candidato en Loreto fue el abogado Warren González Martínez. Por su consecuencia democrática y de defensa de libertades y su inteligencia que le llevó a realizar -con matices que no desdicen lo antes afirmado- una campaña de propuestas donde puso alma, corazón y buena parte de sus ahorros. Primero: ¿Por qué aquello de consecuencia democrática y defensa de libertades?

Por lo menos seis meses antes que se inicie la campaña presidencial y congresal, Warren Gonzáles preguntaba a quien le quisiera escuchar en qué partido debería postular para tener posibilidades de ingresar al Parlamento. Varios le dijeron que si deseaba asegurar una curul tendría que enrolarse a las filas de Keiko Fujimori porque en las demás agrupaciones la opción de ingresar se reducía. Sin dudarlo -que no es igual a decir sin pensarlo- afirmaba que eso era imposible. Entre otras razones señalaba que no era posible defender un estilo de gobierno que tanto había combatido y que la política también es principios. Y Warren es un abogado con principios democráticos. Un severo defensor de las libertades y de los derechos humanos. No renunciar a esos principios le ha llevado a una derrota en las urnas que, a pesar de lo catastrófico, considero que lo superará más rápido de lo muchos creen. Pero en esa derrota nos ha dejado una enseñanza que es más que un triunfo: hay principios a los que no se puede renunciar y a los que no se puede pedir licencia.

Luego de esos principios -escasos en estos tiempos de sálvese quien pueda- está el conocimiento que posee Warren. Con él se puede hablar de poesía y, también de filosofía. Cuando se lo propone ya saca por ahí algunas teorías de Montesquieu y el espíritu de las leyes o conversa sobre Aristóteles y “Política”, para no abundar en detalles. Pero también se le observa que goza hablando de las doctrinas del Derecho y los abogados del mundo que defienden causas perdidas o de los abogados locales que están perdidos y sin causa.

Confieso que -por la distancia laboral en la que me encuentro- le he visto poco en los medios. Pero las pocas veces que le he prestado atención ha estado proponiendo cosas apegadas a lo constitucional y han sido pocas las veces que se ha dejado llevar por el calentamiento de la campaña. Pero las cifras frías demuestran que no recibió el respaldo que se merecía. Pero su derrota nos ha demostrado -por lo menos a los que decimos conocerlo un poco- que aún se puede mantener los principios y participar en unas elecciones que no es un concurso de belleza ni menos un examen de admisión y, tal vez, es mejor que así sea. Ya que los que defienden principios muchas veces quedan finales pero nos dejan una tremenda enseñanza, como en el caso de Warren Gonzáles Martínez.

LLAMADA Luego de esos principios -escasos en estos tiempos de sálvese quien pueda- está el conocimiento que posee Warren. Con él se puede hablar de poesía y, también de filosofía. Cuando se lo propone ya saca por ahí algunas teorías de Montesquieu y el espíritu de las leyes o conversa sobre Aristóteles y “Política”, para no abundar en detalles.

1 COMENTARIO

  1. Jaime : me sorprendiste por tu artículo, no por lo bueno¡…Que si lo es, si no por el candidato elegido. A quien no tengo el gusto de conocerlo¡¡…Habrá que charlar sobre este tema, con Vino de por medio¡¡¡…Abrazos.

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