El mandatario Evo Morales fue elegido por quinta vez como presidente del Gobierno Regional de Loreto. Debido a esas cosas raras que tienen las elecciones en estos tiempos de decadencia total, salió elegido pese a que ni siquiera candidateo como tantos otros personajes locales. Su ganancia se debió a la implementación del internet en la vasta región de los bosques. Ello significó que todos votaron en sus casas. Sin embargo, en el día central de las ánforas como que arrugó y en vez de cumplir con su deber cívico, o sea votar por sí mismo, se fue a jugar fulbito en el grande estadio Max Agustín que está a punto de caerse, y curiosamente ganó por varios pescuezos de ventaja.

Pero su nuevo gobierno ni siquiera fue instalado debido a que el inventor del “socialismo oriundo” se quedó jugando toda a la noche con sus amigos retirados del juego de la pelota que hacían todo lo posible por ocultar sus vicios después de no haber hecho nada en ninguna parte. Como tantos peruanos.

Después de ese partido, el gran Evo agarró sus implementos deportivos y siguió bebiendo, perdón jugando, hasta altas horas de la noche y ya no pudo ejecutar de inmediato su curioso plan de gobierno que era solo jugar fulbito en las calles, las veredas y cuanta superficie llena de basura encontrara en la ciudad. Luego de ese soroche buscó él mismo las pequeñas pelotas para jugar contra los niños.

 

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