El aporte de Tierra Nueva Editores

La quema de libros que realizó en pleno bosque el jesuita Francisco de Aguilar,  más que un  hecho físico, fue un desastre espiritual que explicaría la tardanza del libro entre nosotros. Esas cenizas se expandieron indetenibles y el libro siempre fue hecho en otras partes, en otros talleres. Las bibliotecas coloniales se llenaban con ejemplares que venían de afuera. De Madrid, de Lima.  Era impensado siquiera imaginar que un libro pudiera surgir en esos tiempos con un sello oriundo, una razón social del trópico. El arribo de la imprenta a la Amazonia no fue propicio para que apareciera el libro hecho en casa. O sea, aquí entre los verdores. En años se editaron una que otra obra que no anunciaba el inicio de algo mejor y mayor, el auge de una industria editorial. Era al fin de cuentas la expresión de la pobreza cultural de una zona alejada de todo. Libro y región no se encontraban.

El libro hecho en casa, editado en talleres locales y con el esfuerzo y el concurso de gentes de estos lares, tardó en aparecer. Y es realidad del presente, logro que avizora un futuro mejor en el rubro de las ediciones. Esa conquista es obra de algunas personas y entidades, pero fundamentalmente es hazaña de una editora que nació  en la perdida provincia donde la lectura es escasa, donde la librería es casi nula. Como olvidándose de las lamentables llamas ocasionadas por ese religioso incendiario, apareció Tierra Nueva, fundada, impulsada y promovida sin tregua por Jaime Vásquez Valcárcel.  Sin tregua.  es la definición exacta de esa propuesta que ha revolucionado el canon de las impresiones en la región, en el país, porque incorpora la periferia hacia el centro, porque suma autores y obras sin necesidad de recibir el permiso o el apoyo de Lima. Algo que es impensado en un escritor de antes que tenía que abandonar el terruño, buscar auspicios y ayudas para publicar en la capital de este país.

La aldea local también puede convertirse en el centro en el campo de las ediciones. El libro hecho en casa no quiere decir la publicación de obras de autores sellados por el monte y las aguas. Esta editora sin tregua, entonces,  vuela alto. En la medida en que Tierra Nueva incorpora a su catálogo obras de otros autores, nacionales y extranjeros. Es decir, no se arrincona en la producción intelectual de los de estos predios. Se expande. Y, también participa, sin tregua, en eventos que celebran la vigencia del libro.  Además, diversifica sus actividades en un  intenso y valioso apoyo a las manifestaciones culturales. Entonces, estamos ya en otra época, en el campo de las ediciones. Estamos, si no nos equivocamos, en los umbrales del nacimiento de una industria editorial entre nosotros. Esa vendría a ser una manera de celebrar permanentemente el milagro del invento del libro.