El gasto inútil

El año del 2015, si es que el mundo no revienta de acuerdo al supuesto anuncio de los mayas, es el límite temporal y cronológico que las Naciones Unidas a puesto para poner fin a la pobreza en toda la tierra. El máximo organismo comprometió a tantos países para que se embarquen en esa cruzada que, por supuesto, no hará que todos sean ricos y potentados. El Perú, como no podría ser de otra manera, también está en el negocio de acabar con los pobres. No falta nada para ese año y así como van las cosas, así como se desperdician los recursos oficiales, la pobreza en vez de acabarse se incrementará.

El filósofo Séneca era muy solidario con los pobres de su tiempo, los consideraba como sus hermanos, pedía comprensión y solidaridad para ellos y ellas, lo cual no impedía que viviera en la opulencia y cercano al poder. A lo largo de la historia humana esa extraña solidaridad ha primado y se hicieron tantas cosas para acabar con ese flagelo, pero la pobreza siguió creciendo. Una de las razones para que la pobreza no se detenga son los gastos inútiles de los presupuestos oficiales. En Navidad, justamente, hay un gasto espantoso de recursos porque donde quiera que sea se fomenta, se auspicia, se hace, se lleva a cabo,  un increíble evento conocido como chocolatada.

Años de años se gasta en dar una supuesta alegría a los pobres y en tantos lugares se reparte el panetón y el chocolate. Una extraña caridad, una manera de contentar algo la conciencia, anda por esas cenas colectivas que no se repiten durante el año. El canoro burgomaestre de San Juan se lleva la palma este 2012, pues donará la asombrosa suma de 40 mil chocolatadas. No sabemos qué letra le pondrá a ese despilfarro de recursos. ¿Cuánto se gasta anualmente en seguir manteniendo la pobreza con la cena que nada soluciona al final de cuentas?

 

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