Escribe: Percy Vílchez

Es posible que Iquitos se acerque al sueño de algún candidato que en su momento se consagró a regalar piantes pollos. Era la ilusión del referido convertir a los iquiteños en potenciales y emprendedores criadores de plumíferos. El era pollero de oficio y de eso vivía hasta que se le ocurrió candidatear a la alcaldía de la divertida e infernal ciudad. No ganó ni de mentira, pero su sueño cacareante, de convertir a Iquitos en una inmensa factoría avícola con sus ciudadanos convertidos en afanosos polleros, parece que comenzó a hacerse realidad. Eso decimos porque en la cuadra 6 de la calle Nanay florece actualmente una finca vecinal dedicada a la crianza de gallinas.


La calle referida se ha convertido entonces en un galpón o un gallinero doméstico. Muchos vecinos de esa arteria se dedican a la crianza y venta de plumíferos y sumados ocupan casi media arteria. Una barbaridad considerando que Iquitos y los animales son prójimos desde siempre. Entre plumas y cacareos, esos moradores se han convertido en una especie de vanguardia de la futura urbe imaginada por el pollero referido. Es posible que la capacidad de crianza pueda agarrar a otros ciudadanos de otras calles y, poco a poco, Iquitos podría convertirse en una ciudad inédita ganada por cacareantes gallinas.


Es válido imaginar entonces a tantos iquiteños convertidos en dinámicos polleros dedicados a vender en mercados y chifas sus plumíferas criadas en plena calle. Una metrópoli inédita, fascinante, puede estar surgiendo a partir del regalo de piantes pollos de aquel político que parecía una burla a la candidatura. Estamos imaginando el porvenir galinacero cuando nos asalta una mala noticia. Sucedió que los actuales polleros de la calle Nanay tuvieron que tomar medidas para defenderse de los asaltantes.


El robo de gallinas es un delito que se desborda ante la fiesta de San Juan. En esta ocasión los hampones emplearon sus mejores armas para saquear la criandería de la cuadra 6. Los polleros ocasionales tuvieron que tomar medidas para defender a sus gallinas y para no perder el volumen de ventas en la época de los sabrosos juanes. Lo que son las cosas en esta ciudad oriental. Ni el sueño piante y cacareante puede convertirse en la antesala del paraíso anhelado. Así el futuro galponero y gallinero parece que ha sido clausurado gracias a la labor de los ladrones de gallinas.