Eduardo Vásquez Vásquez es blanco de críticas en los últimos días. Coincidentemente, los trabajadores de la Municipalidad Provincial de Maynas han salido a reclamar algunos pagos retrasados. Hasta ahí todo bien, todo suave. Pero quien alborotó el ambiente fue Robert Alvarado, candidato que fue derrotado hace poco en elecciones internas en SITRAMUN-Maynas. Ha dicho sobre Eduardo: “Es un ludópata”. Luego de eso han aparecido diversas opiniones, todas ellas válidas.

Lo cierto es que “el flaco”, como le conocen dentro y fuera de la MPM, comete el mismo error que todas las autoridades. No da la cara cuando –indirectamente- él mismo provocó este alboroto. Porque hace algunos días llamó a quien éstas líneas escribe para pedir un espacio en la televisión con la sugerencia de invitar a Robert Alvarado. Así se hizo y Alvarado aceptó la invitación y el flaco nunca apareció. A pesar de los esfuerzos que hicimos para ubicarlo, nunca contestó las llamadas, quizás poniendo en práctica aquello de “los periodistas creen que me utilizan, cuando en realidad yo los utilizo”.

Y hace mal el flaco en guarecerse de los medios que le brindan espacio porque debería aprovecharlos. Usar las redes sociales no es lo más conveniente. Porque en el face to face, a pesar de las circunstancias, Eduardo tiene todas las de ganar. Sería un “infantilismo de izquierda” dejar que Robert le gane la partida. Y no estanos hablando de juego de naipes ni de dados. Porque, vamos, Eduardo Vásquez Vásquez es uno de los pocos sindicalistas que tiene formación teórica y complementada con la práctica. Y en ambas cosas se ha sabido mover como pez en el agua, sin ahogarse.

Y el flaco tiene ventajas comparativas. Ha estado en la Unión Soviética y ha bebido el agua del socialismo antes que se derrumbe el muro de Berlín y las utopías que promocionaba el Partido Comunista. Ha trabajado en la Municipalidad de Lima cuando se desempeñaba como alcalde Alfonso Barrantes y los líos internos eran bravos, por decirlo de alguna forma. Ha estudiado en la Universidad Federico Villarreal donde no cantar “La marsellesa” era motivo de golpiza, literal. Es decir, por donde se lo mire, el flaco es superior a todos aquellos que despotrican de su “gestión sindical”.

Lo que me sorprende es que lejos de revitalizarse por el nuevo ataque haya pretendido esconderse, felizmente los periodistas de este diario no se dieron por vencidos y le han sacado unas palabras, aunque queda pendiente su presencia en el set, a donde acudió en tiempos más convulsionados aún. Además, si ha sobrevivido a las “campañas” que le hicieron en la época de Shaluco los funcionarios que hoy nadie los recuerda, igual pasará con sus enemigos coyunturales cuando se vayan de sus cubículos. Agregado a que tampoco ser ludópata –siendo algo clínico- es para alarmarse. Preocúpate, flaco, cuando te digan cleptómano. No los eventuales “enemigos” sino quienes te conocemos un poquito más que los demás.