Por: Gerald Rodríguez. N
“Nada teme más el hombre que ser tocado por lo desconocido”, Elías Cannetti. Y por supuesto que ese temor no solo inunda las mentes de los allegados al abismo social, en una sociedad donde el hombre vive eludiendo su contacto con lo extraño, sintiendo que nadie le ofrece seguridad, ni la ropa que lleva puesta, ni el valor que le inunda en épocas de abismos. El hombre moderno, el citadino o rural, el originario o el aislado, han marcado siempre, a lo largo de su historia, la distancia que le divide de los demás por temor a ser, no solo tocado como lo cita Canetti, sino a ser molestado mientras busca en su soledad intocable, impenetrable para otros, el contacto con lo único que le permite realizarse más allá de su propia condición y de su propia sangre, de su carne y de su espíritu: la unión con su pensamiento. En esta unión los intrusos no caben, el temor a ser tocados es por simple motivo a no ser despegado de la unificación mental.
En Masa y poder (1981, Muchnik Editores, Barcelona, España), Canetti nos desmitifica la soledad empeñosa a la que el poeta mexicano, Octavio Paz, acostumbraba a citarnos, y la libertad extrema y pura de Jean Paul Sartre, la que nos llevó a confundirnos y dividir las extremas partes del patrón humano, que es la masa, para individualizar al hombre hasta convertirlo en un pedazo de átono de soledad, navegante por el mundo. Cannetti, con su lenguaje simple y coherente, con su lógica dimensional y unificadora, dispersa las teorías de la soledad para unificar el sentido del hombre dentro de la masa humana, aquella explicación filosófica de la masa universal, masa espiritual o psicológica, filosófica o natural, Canetti desnuda el verdadero movimiento de nuestra direccionalidad, nos une de donde nos habíamos despegado para desarrollarnos y luego volver a ser uno solo hasta que podamos desarrollarnos en conjunto, y luego partir de nuevo hacia la soledad para luego volver. Esa lógica preñada de atributos esotéricos o malabaristas, es la que siempre nos hizo hacer del mundo lo que hoy conocemos como mundo, esas acciones inhumanas que se habían cargado en la mente humana como las guerras, la dictaduras, la corrupción y los tantos males de la soledad del pensamiento, nació de aquella lógica que sigue perturbando a la mente moderna, por lo que Canetti, en el libro que cito, nos aclara todas las razones de esa masa, con una ilustración única y hermosa, de una mente que solo pensaba en claro.
La masa, el orden, el poder, la supervivencia son algunos temas que unifica este libro en un solo canal: la humanidad y su tiempo, su espacio y futuro. Todo es espanto cuando uno descubre que somos elementos indispensables para que estas palabras reacciones y funcionen en un solo sentido, el mimo sentido por el cual nos dejamos llevar para demostrar nuestra humanidad sin piedad de la humanidad misma, la pura, la que lleva su propia lógica separada de la masa distorsionada, la que atribuye al poder, no divinidad ni universalidad, sino la que verdaderamente hace de la muerte del pensamiento no viva mientras viva la inversión del destino. El ser humano entonces dejará de ser gobernando para vivir sin poder.
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