De acuerdo a las últimas encuestas el panorama para la candidata Keiko Fujimori es de color hormiga. Parece que las campañas del terruqueo y la ausencia de equipos técnicos en Pedro Castillo no han mellado su sostenimiento e incluso, parece que lo han hecho subir ligeramente en su intención de voto como se evidencia, además, en sus mítines.
En ese sentido era lógico que a Perú libre se le acomodase en el tramo final el debate en Arequipa. Su alta popularidad y un ambiente contrario al Fujimorismo hacían presagiar un cierre apoteósico que termine de sellar su performance previo al 6 de junio. Sin embargo, la situación de la pandemia en la ciudad pone en entredicho este debate que ya tenía lugar y ánimo. Varios gremios han pedido su anulación y argumentos sanitarios hay de sobra pues más de 400 muertos en menos de un mes, no sólo debería ameritar que se suspenda el debate, sino que se mande a cuarentena obligatoria a la provincia capital.
Las últimas esperanzas para Keiko Fujimori parecen ser introducir en la campaña el factor Cerrón – de ahí que amague pintorescamente buscarlo en Junín – y el efecto de los debates. Se nota la desesperación. Hoy se realiza la confrontación de los equipos técnicos y es notorio y “casi normal” que no tenga repercusión política. Incluso si lo tuviera, lo más probable que el equipo fujimorista pierda por mucho, pues es evidente que regresar a los 90 con ese equipo aburguesado no hace sino menoscabar lo que en su momento era un repunte de la candidata.
En ese sentido (excepto no pase algo extraordinario como un ataque a Castillo o videos y audios bomba incriminadores y reales) sólo le queda el debate que aún está programado en Arequipa. Valgan verdades, a pesar que algunos medios limeños y las encuestas de trolles daba como ganadora del debate en Chota a Keiko Fujimori, por mucho se observó a un Castillo apuntando a las múltiples debilidades históricas del fujimorismo que lo plantó bien y lo cual le bastaría en este último debate para sostener esa diferencia que parece tener en la estadística.
Aunque nos imaginamos que la campaña del miedo que corre atroz y sin control en las redes sociales, grupales y familiares va continuar, parece que han llegado a su techo de crecimiento y se han vuelto repetitivas. Lo que ahora sí deberíamos esperar del debate final, sea en Arequipa o en cualquier lugar del país, un planteamiento serio y con cronograma en mano de lo que se hará a partir del 28 de julio, algo de lo que a cuenta gotas se ha empezado a escuchar de ambos candidatos.
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